- ¿Me quieres?- Me mira de repente, y niega con la cabeza mientras una pequeña sonrisa se dibuja en tu rostro.
- ¿Tú qué crees, rubia?- Los dos estamos sentados, uno al lado del otro, en la mojada hierba del campo. Miramos hacia el horizonte.- He dejado un trabajo por ti, por no separarme de tu lado. Por no dejar de ver esa sonrisa tuya de siempre tan perfecta y tan...- Se le rompe la voz. Le miro y sus ojos brillan.- ¿Y aún me preguntas si te quiero?- Esta vez me mira a los ojos. Se pone serio. Sonríe, pero de mentira.
Me acerco a él y le beso con ternura. Una lágrima recorre su rostro.
- Te quiero cariño.- Le susurro al oído. Y una leve sonrisa aparece en su cara.
- Anna.- Los dos nos apartamos y nos miramos a los ojos.- No sé si hice bien en abandonar el trabajo. No sé si he traicinado a Flo, pero me siento así. Me da pena dejar todo atrás, al hombre que ha confiado en mí desde aquel 3 de mayo y a mi pequeña princesa de Mollet...- Le sonrío y me pierdo entre sus brazos.- Pero sé que he hecho lo correcto. No me podía permitir perderte de nuevo. No iba a dejar que un trabajo nos separase otra vez.- Me mira.- Si trabajamos juntos, no podremos estar juntos. Así que le dije a Flo que cuando el amor pueda compajinarse con el trabajo, volveremos a juntarnos. Porque sé que este equipo se unirá de nuevo... Sí.. Algún día.- Mira al frente de nuevo.
- Flo está orgulloso de ti, cariño.- Le abrazo.- Lo sabes. Él no buscaba esto.
- Lo sé, pero si no renunciaba despedirían a uno de los dos. Y no quiero que te despidan por mi culpa.- Me mira y me envauca con su ojos verdes.
- Daniel, dime que no has dejado un trabajo por mí.
- Lo diría, pero te mentiría.- Me sonríe y consigue que yo también lo haga.- Flo no querría estar en un trabajo sin ti, ya sabes que eres una hija más para él.
Guardamos silencio durante unos segundos.
Permanecemos sentados en aquel suelo mojado, mirando al frente, con la mirada pérdida en cualquier montaña que nos rodea. Nuestros pensamientos nadan sin ningún otro rumbo que nosotros mismos. A veces le miro, pero él sigue con la mirada al infinito. Es normal que esté así, pero me duele verle afectado por todo esto. Miro al suelo. Ha dejado un trabajo por mí. Es increíble.
Tras unos segundos metido en su propio pensamiento, le oigo decir:
- Pero bueno, los programas terminan, pero las personas permanecen, ¿no?- No sé si me lo dice a mí o sólo lo piensa en alto.- Lo importante es que pase lo que pase nos quedará el recuerdo de los buenos tiempos en familia.
- Sí...- Intento imaginarme un trabajo sin tenerle a él junto a mí, pero me es imposible.
- Princesa, ¿sabes qué es lo mejor?- Me acoje entre sus brazos y me besa en el pelo.- Que ahora voy a poder disfrutarte sin nada ni nadie que nos lo impida. Nadie nos dirá que no podemos besarnos, ya somos libres. Ya podemos enseñar nuestro amor allá donde vayamos. - Se tumba encima de mí.- No tendremos que huir de nadie. Ya no nos tendremos que esconder de cámaras o jefes. Podremos besarnos sin ninguna atadura.- Me mira de nuevo y me da un pequeño beso.- Cariño, dentro de nada seremos libres de amarnos.
Sonrío y dejo que me bese por todo el cuerpo. Cuando para me sonríe.
- Bésame, Simon.
Me acerco a él para besarle de nuevo y sonríe cuando nota mis labios pegados a los suyos. Esta vez soy yo la que entreabre nuestras bocas para envolvernos de pasión y loca de deseo me siento sobre él dejando que ponga sus manos en mis caderas, o más abajo de ellas.
Segundos después me encuentro sin ropa, tumbada en la hierba mojada de aquel bosque. Y le noto a él encima de mí. Cómo se deja llevar por la pasión, cómo comenzamos a hacerlo.
Lo disfruto, porque ahora puedo y podré hacerlo el resto de mis días.
Comienza a llover, pero a nosotros no nos importa. Nuestros cuerpos se mojan, pero nuestra temperatura no baja. Siento el sabor a agua en sus labios, de sus labios mojados. Sonrío, él también lo hace.
Van pasando los minutos y vamos acabando. Agotados, nos tumbamos uno junto al otro. Él me abraza y veo cómo sonríe al cielo satisfecho.
- Anna.- Su voz jadeante me hace sonreír. Le miro.- Eres... Eres increíble.
Los dos nos sonreímos y nos quedamos observando el cielo nublado. Observando cómo van pasando las nubes poco a poco, cómo avanzan junto con la lluvia.
Y cómo esto es la vida, los problemas llegan y nos caen encima, como una tormenta, pero el tiempo sigue avanzando, no se para. La vida sigue su curso, y al final, las nubes se llevan a la tormenta y los problemas desaparecen.
Después de cada tormenta sale el sol.
Nuestro amor lo ha demostrado. Hemos pasado de todo juntos y aún así nada nos ha conseguido separar, ni siquiera los de arriba, los jefes, han conseguido acabar con nuestro amor.
Fuimos, somos y seremos una leyenda para el resto de los tiempos. Estamos enamorados el uno del otro. Lo hemos demostrado tantas veces. Aún creyendo que nuestro amor pendía de un hilo a veces, todo se recuperó y nada pudo separarnos, ni podrá, porque somos Anna Simon y Dani Martínez, los que sin nosotros nada de esto sería posible. Los danna, que se amarán por los siglos de los siglos, por que así lo ha querido el destino.
Cada segundo que paso a su lado siento que le quiero más y más. Que le amo, que me he enamorado de él. Los días pasan a su lado y es cómo otra página dónde sólo escribir un infinito basta. Para siempre. Lo prometimos. Estar juntos por siempre, hicimos ese juramento. Lo cumpliremos.
- Daniel.- Siento la necesidad de escucharlo de su voz de nuevo.
- ¿Qué?- Me mira sonriente. Se pierde en mi mirada.
- ¿De verdad has renunciado a un trabajo por mí?
- Sí, princesa. Para poder ser libres por fin. ¿No crees que ya nos lo merecíamos? - Asiento.- Sé que a mucha gente le dolerá, pero este equipo de tontacos debe separase durante un tiempo para que un paletillo de León y una pricesa de Mollet vivan su historia de amor.- Le miro envaucada en sus palabras.- Además...
<<Lo que Tonterías unió, no lo separá nadie>>- Decimos los dos a la vez. Cómo un rito, cómo un juramento más.
- Te quiero.
- Yo te amo, princesa.- Me acerco hasta él y dejo que me envuelva en sus brazos.
Entre risas y besos, observamos el cielo de nuevo y, pronunciando un nuevo para siempre, juntamos nuestras manos para hacer un corazón en el cielo con nuestros dedos.
Sonreímos y nos besamos. Nuestras palabras se pierden en este paisaje verde que nos rodea. Sólo los animales son testigos de nuestros actos de amor. Los pájaros vuelan por encima de nosotros celebrando nuestro amor. El sol ha vuelto a salir. Como siempre pasa.
Nos ilumina y siento que cualquiera puede vernos desde este pequeño rincón perdido en la montaña. Pero no me importa, es lo que quiero. Que sean testigos de que nos amamos. Que nos querremos por siempre. Porque lo prometimos un día y ese infinito que pintamos en el cielo, quién sabe si no entre las nubes, no se borrará nunca.
Y aquí, en este bosque, rodeados de árboles iluminados por el sol, siento que hoy nada puede estropearme esto. Que este ataque de locura sella todos los momentos vividos y por vivir, porque él mismo me enseñó que la vida necesita locuras, momentos en los que la razón desaparece, porque fue así, como empezó nuestra historia. Justo en el aquel momento en el que me di cuenta que el mundo podía desaparecer cuando mis labios probaban los suyos. Que aquella vida tan organizada que tenía se desvanecía con cada una de sus sonrisas traviesas.
Y sí, con todas sus idas y venidas, con todos sus momentos de cobardía, con sus arrebatos de orgullo y sus palabras bonitas volvía mi mundo cada vez más loco, pero ¿qué sería de mí sin sus locuras? Nada. Porque si hoy soy feliz es gracias a él, a cada una de sus meteduras de pata y a cada uno de sus intentos por borrar mis lágrimas y dibujarme sonrisas.
Le amo. Él no es mi primer amor, pero sí el último y definitivo. El que me ha hecho la más feliz del mundo. El que ha llenado mi mundo de locuras, pero me ha ayudado a vivir la vida de otra manera. De Tonterías, pero siempre las justas, de otras movidas. Me ha llenado la vida de felicidad.
Él, Dani Martínez, es el amor de mi vida.
- ¿Tú qué crees, rubia?- Los dos estamos sentados, uno al lado del otro, en la mojada hierba del campo. Miramos hacia el horizonte.- He dejado un trabajo por ti, por no separarme de tu lado. Por no dejar de ver esa sonrisa tuya de siempre tan perfecta y tan...- Se le rompe la voz. Le miro y sus ojos brillan.- ¿Y aún me preguntas si te quiero?- Esta vez me mira a los ojos. Se pone serio. Sonríe, pero de mentira.
Me acerco a él y le beso con ternura. Una lágrima recorre su rostro.
- Te quiero cariño.- Le susurro al oído. Y una leve sonrisa aparece en su cara.
- Anna.- Los dos nos apartamos y nos miramos a los ojos.- No sé si hice bien en abandonar el trabajo. No sé si he traicinado a Flo, pero me siento así. Me da pena dejar todo atrás, al hombre que ha confiado en mí desde aquel 3 de mayo y a mi pequeña princesa de Mollet...- Le sonrío y me pierdo entre sus brazos.- Pero sé que he hecho lo correcto. No me podía permitir perderte de nuevo. No iba a dejar que un trabajo nos separase otra vez.- Me mira.- Si trabajamos juntos, no podremos estar juntos. Así que le dije a Flo que cuando el amor pueda compajinarse con el trabajo, volveremos a juntarnos. Porque sé que este equipo se unirá de nuevo... Sí.. Algún día.- Mira al frente de nuevo.
- Flo está orgulloso de ti, cariño.- Le abrazo.- Lo sabes. Él no buscaba esto.
- Lo sé, pero si no renunciaba despedirían a uno de los dos. Y no quiero que te despidan por mi culpa.- Me mira y me envauca con su ojos verdes.
- Daniel, dime que no has dejado un trabajo por mí.
- Lo diría, pero te mentiría.- Me sonríe y consigue que yo también lo haga.- Flo no querría estar en un trabajo sin ti, ya sabes que eres una hija más para él.
Guardamos silencio durante unos segundos.
Permanecemos sentados en aquel suelo mojado, mirando al frente, con la mirada pérdida en cualquier montaña que nos rodea. Nuestros pensamientos nadan sin ningún otro rumbo que nosotros mismos. A veces le miro, pero él sigue con la mirada al infinito. Es normal que esté así, pero me duele verle afectado por todo esto. Miro al suelo. Ha dejado un trabajo por mí. Es increíble.
Tras unos segundos metido en su propio pensamiento, le oigo decir:
- Pero bueno, los programas terminan, pero las personas permanecen, ¿no?- No sé si me lo dice a mí o sólo lo piensa en alto.- Lo importante es que pase lo que pase nos quedará el recuerdo de los buenos tiempos en familia.
- Sí...- Intento imaginarme un trabajo sin tenerle a él junto a mí, pero me es imposible.
- Princesa, ¿sabes qué es lo mejor?- Me acoje entre sus brazos y me besa en el pelo.- Que ahora voy a poder disfrutarte sin nada ni nadie que nos lo impida. Nadie nos dirá que no podemos besarnos, ya somos libres. Ya podemos enseñar nuestro amor allá donde vayamos. - Se tumba encima de mí.- No tendremos que huir de nadie. Ya no nos tendremos que esconder de cámaras o jefes. Podremos besarnos sin ninguna atadura.- Me mira de nuevo y me da un pequeño beso.- Cariño, dentro de nada seremos libres de amarnos.
Sonrío y dejo que me bese por todo el cuerpo. Cuando para me sonríe.
- Bésame, Simon.
Me acerco a él para besarle de nuevo y sonríe cuando nota mis labios pegados a los suyos. Esta vez soy yo la que entreabre nuestras bocas para envolvernos de pasión y loca de deseo me siento sobre él dejando que ponga sus manos en mis caderas, o más abajo de ellas.
Segundos después me encuentro sin ropa, tumbada en la hierba mojada de aquel bosque. Y le noto a él encima de mí. Cómo se deja llevar por la pasión, cómo comenzamos a hacerlo.
Lo disfruto, porque ahora puedo y podré hacerlo el resto de mis días.
Comienza a llover, pero a nosotros no nos importa. Nuestros cuerpos se mojan, pero nuestra temperatura no baja. Siento el sabor a agua en sus labios, de sus labios mojados. Sonrío, él también lo hace.
Van pasando los minutos y vamos acabando. Agotados, nos tumbamos uno junto al otro. Él me abraza y veo cómo sonríe al cielo satisfecho.
- Anna.- Su voz jadeante me hace sonreír. Le miro.- Eres... Eres increíble.
Los dos nos sonreímos y nos quedamos observando el cielo nublado. Observando cómo van pasando las nubes poco a poco, cómo avanzan junto con la lluvia.
Y cómo esto es la vida, los problemas llegan y nos caen encima, como una tormenta, pero el tiempo sigue avanzando, no se para. La vida sigue su curso, y al final, las nubes se llevan a la tormenta y los problemas desaparecen.
Después de cada tormenta sale el sol.
Nuestro amor lo ha demostrado. Hemos pasado de todo juntos y aún así nada nos ha conseguido separar, ni siquiera los de arriba, los jefes, han conseguido acabar con nuestro amor.
Fuimos, somos y seremos una leyenda para el resto de los tiempos. Estamos enamorados el uno del otro. Lo hemos demostrado tantas veces. Aún creyendo que nuestro amor pendía de un hilo a veces, todo se recuperó y nada pudo separarnos, ni podrá, porque somos Anna Simon y Dani Martínez, los que sin nosotros nada de esto sería posible. Los danna, que se amarán por los siglos de los siglos, por que así lo ha querido el destino.
Cada segundo que paso a su lado siento que le quiero más y más. Que le amo, que me he enamorado de él. Los días pasan a su lado y es cómo otra página dónde sólo escribir un infinito basta. Para siempre. Lo prometimos. Estar juntos por siempre, hicimos ese juramento. Lo cumpliremos.
- Daniel.- Siento la necesidad de escucharlo de su voz de nuevo.
- ¿Qué?- Me mira sonriente. Se pierde en mi mirada.
- ¿De verdad has renunciado a un trabajo por mí?
- Sí, princesa. Para poder ser libres por fin. ¿No crees que ya nos lo merecíamos? - Asiento.- Sé que a mucha gente le dolerá, pero este equipo de tontacos debe separase durante un tiempo para que un paletillo de León y una pricesa de Mollet vivan su historia de amor.- Le miro envaucada en sus palabras.- Además...
<<Lo que Tonterías unió, no lo separá nadie>>- Decimos los dos a la vez. Cómo un rito, cómo un juramento más.
- Te quiero.
- Yo te amo, princesa.- Me acerco hasta él y dejo que me envuelva en sus brazos.
Entre risas y besos, observamos el cielo de nuevo y, pronunciando un nuevo para siempre, juntamos nuestras manos para hacer un corazón en el cielo con nuestros dedos.
Sonreímos y nos besamos. Nuestras palabras se pierden en este paisaje verde que nos rodea. Sólo los animales son testigos de nuestros actos de amor. Los pájaros vuelan por encima de nosotros celebrando nuestro amor. El sol ha vuelto a salir. Como siempre pasa.
Nos ilumina y siento que cualquiera puede vernos desde este pequeño rincón perdido en la montaña. Pero no me importa, es lo que quiero. Que sean testigos de que nos amamos. Que nos querremos por siempre. Porque lo prometimos un día y ese infinito que pintamos en el cielo, quién sabe si no entre las nubes, no se borrará nunca.
Y aquí, en este bosque, rodeados de árboles iluminados por el sol, siento que hoy nada puede estropearme esto. Que este ataque de locura sella todos los momentos vividos y por vivir, porque él mismo me enseñó que la vida necesita locuras, momentos en los que la razón desaparece, porque fue así, como empezó nuestra historia. Justo en el aquel momento en el que me di cuenta que el mundo podía desaparecer cuando mis labios probaban los suyos. Que aquella vida tan organizada que tenía se desvanecía con cada una de sus sonrisas traviesas.
Y sí, con todas sus idas y venidas, con todos sus momentos de cobardía, con sus arrebatos de orgullo y sus palabras bonitas volvía mi mundo cada vez más loco, pero ¿qué sería de mí sin sus locuras? Nada. Porque si hoy soy feliz es gracias a él, a cada una de sus meteduras de pata y a cada uno de sus intentos por borrar mis lágrimas y dibujarme sonrisas.
Le amo. Él no es mi primer amor, pero sí el último y definitivo. El que me ha hecho la más feliz del mundo. El que ha llenado mi mundo de locuras, pero me ha ayudado a vivir la vida de otra manera. De Tonterías, pero siempre las justas, de otras movidas. Me ha llenado la vida de felicidad.
Él, Dani Martínez, es el amor de mi vida.
*Dedicado a María del Águila Díaz Pérez y Daniel García Goyos, una gran pareja que marcarán una leyenda~*






Ohhhh alucinante, precioso!! Así siii
ResponderEliminar