Tontac@s, cómo ya habréis visto, esto no es una historia completa, son mini relatos Danna. Me parece más cómodo de narrar y espero que os gusten, os emocionen, y os hagáis fan fan fan de póster de estos relatos.
Os quiero.
Gracias por estar ahí <3

martes, 5 de febrero de 2013

Sin ti no soy nada...♥

Quién sabe lo que me deparará la vida ahora. Quién sabe cuál será mi destino después de todo esto. ¿Qué haré a partir de ahora? ¿Cómo podré seguir viviendo?

Apoyo los codos en las rodillas, pensativa, cansada, exhausta, mientras oigo el sonido de las sirenas de las ambulancias de fondo. Estoy sentada en una sala de espera, mientras mi vida se va desquebrajando poco a poco.

El llanto me puede, las lágrimas no cesan. Esto no puede estar pasando. Me froto los ojos y suavemente acaricio mi brazo dolorido. Me duele, ya no sangra, pero me duele. Me ajusto bien las vendas y de nuevo una riada de lágrimas fluyen por mi rostro sin ninguna intención de parar.

Escucho el ruido de las camillas al pasar, del ajetreo diario de un hospital. A veces se oyen venir personas, familiares de heridos, con alguna sonrisa improvisada, fruto de la esperanza, pocos tienen suerte al final.

Pero a mí esto no me afecta, esa no es la causa de mi llanto. Mi corazón ya no late por el mundo, ni siquiera late por mí. Ya sólo late por él, por esa pequeña llama de esperanza que tengo de que él se recupere. Y sólo de pensar que un soplo de aire frío, moribundo, pueda hacer que esa llama se apague, hace que mi mundo se caiga más y más hasta que se me acaben las fuerzas.

Los recuerdos de horas antes pasan borrosos por mi mente. Ni siquiera me opongo a desvanecerlos, me hacen daño.

Nada de esto tenía que pasar. Nosotros sólo nos íbamos de vacaciones, de fin de semana. Íbamos a disfrutar de Mollet, yo le enseñaría mi pueblo, mi gente, mi familia, mis padres. Él por fin los conocería. Todo iba a ser perfecto, fragmentos sacados de una bonita historia de amor. Nos íbamos a casar, él me iba a pedir matrimonio por segunda vez. Lo preferimos así, en mi tierra. Una velada romántica convertida en una pesadilla. Y todo por mi culpa. Él conducía mientras hablábamos de los muchos planes para este romántico fin de semana. Cada uno, terminamos la narración con un te quiero y me sonrió de esa manera tan única que tiene él de sonreír. Me ganó, me conquistó y quise darle un beso para recompensárselo. Ese beso fue maravilloso, el mejor sin duda. Sentí tanto... Fue suave y tierno a la vez, estaba lleno de amor y de respeto, de un para siempre prometido, del futuro que ambos formaríamos juntos, de nuestra boda, de esa promesa que nos uniría hasta la eternidad, y de ese hijo que crecía en mi interior, fruto de nuestro amor el día de nuestro aniversario. Él aún no sabía nada, se lo diría por la noche, al llegar a Mollet. Lo malo de todo eso es que nada de esto pasaría al final, todo se rompería fruto a ese beso. Aquel beso con sabor a adiós. Lo último que recuerdo es la sirena de un coche y seguido de eso un fuerte golpe en nuestros cuerpos. Un dolor agudo me recorría todo el cuerpo, pero mi brazo agonizaba. Cuando al fin pude abrir los ojos, el olor a humo me inundaba los pulmones y pude observar el rostro de Dani sangrando. Estaba inconsciente y no respondía a mis gritos desesperados. Yo lloraba desesperada y comencé a pedir ayuda. Él entreabrió un poco los ojos y me miró. Yo pronuncié su nombre temblando y acaricié su rostro. Aparté el rastro de sangre que se abría paso en su frente. Él me sonrío débilmente y pronunció sus últimas palabras hacia a mí.

- Annita, te quiero...- Hubo unos segundos en los que los dos nos miramos emocionados. Sabíamos que este podría ser nuestro último adiós.

Yo le regalé otro te quiero y él sonrió casi cómo lo hacía siempre. Como si quisiera que la última imagen que me llevara de él fuera esa. Pero su sonrisa no tardó en apagarse, cerró sus ojos, sin apartar su mirada de mí, y suspiró una última vez. Su cuerpo fue perdiendo fuerzas hasta quedar completamente inmóvil. Su vida se acababa y yo lloraba por él. De repente una punzada tremenda de dolor me recorrió todo el cuerpo y mis fuerzas por resistir se iban agotando.

Mis ganas por seguir viviendo emanaban de él, sentía su protección.

Poco a poco mis ojos se cerraron y para cuando se volvieron a abrir me encontraba en una cama de un hospital, pero Dani no estaba allí conmigo, y me daba miedo pensar dónde podría estar.

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario