Me despierto abrazada a ti. Me encanta hacerlo así, oliendo a ti. Me levanto sin hacer demasiado ruido para no despertarte. Refunfuñas un poco cuando no me notas entre tus brazos, pero enseguida vuelves a dormirte. Me voy hacia la ventana y observo el paisaje, hoy hace un día soleado, precioso. Me encanta despertar así, con estos días que parecen perfectos.
Bostezo y me estiro un poco para despertarme más aún.
Te observo con esa cara de dormidito y sonrío. En tus ojos solo puedo ver paz. Pareces un niño pequeño. Me encantas.
Salgo de la habitación de puntillas y cierro la puerta con cuidado. Ni siquiera son las diez de la mañana de un Sábado que promete ser de ensueño.
Voy por el pasillo y entro en su habitación.
- Anna, mi vida, despierta.- La oigo refunfuñar. Sonrío, es igual que su padre.- Ya son nueve y media, tenemos que hacer eso.
La verdad que no es porque sea nuestra hija, pero es que es preciosa, aun recién levantada. Dani dice que es un calco mío, pero se parece también bastante a él. Eso sí, ha sacado mis ojos. Tiene unos ojos azules que embrujan. Pero el genio es de su padre. Se llevan a las mil maravillas, igual que conmigo. Siempre me cuenta todo, sus secretos, sus gustos, incluso que le gusta el hijo de Romina. Cada vez que nos vemos, ella se pone loca de contenta. Nos lo pasamos en grande los tres juntos. Aún tiene cinco años y la disfrutamos a cada instante, va a ser tan preciosa y enorme como sus dos padres. Mi madre siempre lo ha dicho, y Tina también. Tiene a sus cuatro abuelos locos. Le encanta ir tanto a Mollet como a León, siempre la colman de regalos los abuelos en cuánto vamos y claro, a qué niño no le gusta eso. Con Flo es otro que le ha cogido mucho cariño, pero es que quién no quiere a Flo con lo abrazable que es siempre. Le llama siempre por tito Flo. Ya es como de la familia, de echo, siempre lo ha sido. Cada vez que podemos, quedamos los fines de semana con las dos familias y comemos juntos. Por lo que respecta al trabajo, los tontacos no se han vuelto a separar y parece que la audiencia lo agradece. Todas las cadenas nos dicen que hemos marcado el mundo televisivo. Que cómo tres tontos muy tontos, después de casi diez años siguen siendo tan queridos, sin una sola pérdida de audiencia, con un buen share cada día. Eso lo hacen posible ellos. Los tontacos de fuera y de dentro y estamos muy felices y orgullosos. Nuestra hija ya sabe nuestra historia, y parece feliz de tener a dos padres tontacos en su familia. A veces, Mery, que es la que se suele ocupar de ella en los directos, deja que vaya al plató a vernos junto al público, aunque a Xavi lo tiene loco cada vez que va. Y alguna vez que otra se nos ha escapado en medio del plató y ha salido en antena. Pero ya está más enseñada y sabe que sólo puede estar en las gradas del publico durante el programa.
La llamo una vez más y se despierta poco a poco.
Ella se frota los ojos adormilada aún y me mira. Sonríe al instante.
- Bu.buenos días mami, ¿qué hora es?
- Las nueve y media.- Le digo y le ayudo a salir de su cama.- Vamos a prepararle el desayuno a papá, ¿me ayudas?
- Síiiii.- Entusiasmada corre por el pasillo y baja hasta la cocina.
- Shh... No hagas mucho ruido.- Le susurro.- Que tu padre aún duerme.
Llegamos las dos hasta la cocina y, entre risas y bromas, comenzamos a sacar los cacharros y el resto para preparar el desayuno.
- Bueno, ¿qué le preparamos a papá?
Veo como se frota la barbilla, pensativa, se pone seria mientras piensa y sonríe al instante. Parece que ha tenido una idea.
- Unas tortitas.- Dice entusiasmada.- Pero con caramelo, mucho caramelo.- Gesticula con las manos mientras habla, eso me hace gracia.- Y, y...- Sigue pensando.- Y tostadas con mermelada, eso es romántico, ¿verdad mamá?
Me sorprende que haya llegado hasta ese punto. Me echo a reír y asiento mientras le acaricio el pelo.
- Sigue pensando, lo estás haciendo muy bien.
Pasa su mano por su frente mientras sigue pensando. Yo me río al verla, está haciendo un esfuerzo pensando en todo esto y me encanta.
- Las fresas le gustan a papá, ¿verdad?- Asiento sonriente.- Claro, es que a todo el mundo le gustan. También le preparamos fresas con nata, ¿vale?
- Vale cielo.- Le beso la mejilla.- ¿Sabes que eres la mejor?
Ella se sonroja y me sonríe.
- La gente dice que la mejor eres tú.
- ¿La gente?
- Tu público.- Se alegra cuando dice eso.- ¿Es que también son tus hijos, mami?
Yo pego una carcajada al escuchar eso.
- Claro que no, mi vida, tú eres mi única hija.
- Es que se comportan como si lo fueran.- Me enternece eso que me dice.- Siempre dicen que te quieren mucho, y parece que dicen la verdad.- Sonríe cuando lo dice.- Pero yo también te quiero mucho, ¿eh?
Vuelvo a reír.
- Lo sé, cariño, lo sé. Yo te quiero más que a mi vida.
- ¿Más que a papá?
Me quedo pensativa durante unos segundos. Me gusta que haya enlazado mi vida con Dani. De echo, es verdad, mi vida es él ahora mismo.
- Bueno, es que a tu padre lo quiero mucho, ¿sabes?
- ¿Cuánto es mucho?
Me quedo pensativa de nuevo y le sonrío.
- Pues, ¿recuerdas ese nuevo número que te enseñaron en el cole?
- ¿Aquel ocho tumbado?
Río al ver como lo llama.
- Sí, cielo, ese. Pero se llama infinito.
- Dicen que ese no tiene final.
- Exacto.- Sonrío.- Pues así es cómo tu padre y yo nos queremos.
Ella me sonríe con alegría. Y me abraza. Con mucho cariño, eso me enternece mucho. Le quiero muchísimo.
- Mi niña...
Se separa de mí y me mira con esos ojos azules embriagadores.
- Te quiero mucho, mami.
La cojo en brazos y le toco la nariz con el dedo. Ella arruga la nariz, ese gesto que la hace tan preciosa. La cocina se llena de risas, de nuestras risas y bromas que formamos mientras que seguimos preparando el desayuno.
Quién le diría al mundo, hace diez años, que dos tontacos cómo nosotros tendrían una hija así de hermosa y gentil.
Bostezo y me estiro un poco para despertarme más aún.
Te observo con esa cara de dormidito y sonrío. En tus ojos solo puedo ver paz. Pareces un niño pequeño. Me encantas.
Salgo de la habitación de puntillas y cierro la puerta con cuidado. Ni siquiera son las diez de la mañana de un Sábado que promete ser de ensueño.
Voy por el pasillo y entro en su habitación.
- Anna, mi vida, despierta.- La oigo refunfuñar. Sonrío, es igual que su padre.- Ya son nueve y media, tenemos que hacer eso.
La verdad que no es porque sea nuestra hija, pero es que es preciosa, aun recién levantada. Dani dice que es un calco mío, pero se parece también bastante a él. Eso sí, ha sacado mis ojos. Tiene unos ojos azules que embrujan. Pero el genio es de su padre. Se llevan a las mil maravillas, igual que conmigo. Siempre me cuenta todo, sus secretos, sus gustos, incluso que le gusta el hijo de Romina. Cada vez que nos vemos, ella se pone loca de contenta. Nos lo pasamos en grande los tres juntos. Aún tiene cinco años y la disfrutamos a cada instante, va a ser tan preciosa y enorme como sus dos padres. Mi madre siempre lo ha dicho, y Tina también. Tiene a sus cuatro abuelos locos. Le encanta ir tanto a Mollet como a León, siempre la colman de regalos los abuelos en cuánto vamos y claro, a qué niño no le gusta eso. Con Flo es otro que le ha cogido mucho cariño, pero es que quién no quiere a Flo con lo abrazable que es siempre. Le llama siempre por tito Flo. Ya es como de la familia, de echo, siempre lo ha sido. Cada vez que podemos, quedamos los fines de semana con las dos familias y comemos juntos. Por lo que respecta al trabajo, los tontacos no se han vuelto a separar y parece que la audiencia lo agradece. Todas las cadenas nos dicen que hemos marcado el mundo televisivo. Que cómo tres tontos muy tontos, después de casi diez años siguen siendo tan queridos, sin una sola pérdida de audiencia, con un buen share cada día. Eso lo hacen posible ellos. Los tontacos de fuera y de dentro y estamos muy felices y orgullosos. Nuestra hija ya sabe nuestra historia, y parece feliz de tener a dos padres tontacos en su familia. A veces, Mery, que es la que se suele ocupar de ella en los directos, deja que vaya al plató a vernos junto al público, aunque a Xavi lo tiene loco cada vez que va. Y alguna vez que otra se nos ha escapado en medio del plató y ha salido en antena. Pero ya está más enseñada y sabe que sólo puede estar en las gradas del publico durante el programa.
La llamo una vez más y se despierta poco a poco.
Ella se frota los ojos adormilada aún y me mira. Sonríe al instante.
- Bu.buenos días mami, ¿qué hora es?
- Las nueve y media.- Le digo y le ayudo a salir de su cama.- Vamos a prepararle el desayuno a papá, ¿me ayudas?
- Síiiii.- Entusiasmada corre por el pasillo y baja hasta la cocina.
- Shh... No hagas mucho ruido.- Le susurro.- Que tu padre aún duerme.
Llegamos las dos hasta la cocina y, entre risas y bromas, comenzamos a sacar los cacharros y el resto para preparar el desayuno.
- Bueno, ¿qué le preparamos a papá?
Veo como se frota la barbilla, pensativa, se pone seria mientras piensa y sonríe al instante. Parece que ha tenido una idea.
- Unas tortitas.- Dice entusiasmada.- Pero con caramelo, mucho caramelo.- Gesticula con las manos mientras habla, eso me hace gracia.- Y, y...- Sigue pensando.- Y tostadas con mermelada, eso es romántico, ¿verdad mamá?
Me sorprende que haya llegado hasta ese punto. Me echo a reír y asiento mientras le acaricio el pelo.
- Sigue pensando, lo estás haciendo muy bien.
Pasa su mano por su frente mientras sigue pensando. Yo me río al verla, está haciendo un esfuerzo pensando en todo esto y me encanta.
- Las fresas le gustan a papá, ¿verdad?- Asiento sonriente.- Claro, es que a todo el mundo le gustan. También le preparamos fresas con nata, ¿vale?
- Vale cielo.- Le beso la mejilla.- ¿Sabes que eres la mejor?
Ella se sonroja y me sonríe.
- La gente dice que la mejor eres tú.
- ¿La gente?
- Tu público.- Se alegra cuando dice eso.- ¿Es que también son tus hijos, mami?
Yo pego una carcajada al escuchar eso.
- Claro que no, mi vida, tú eres mi única hija.
- Es que se comportan como si lo fueran.- Me enternece eso que me dice.- Siempre dicen que te quieren mucho, y parece que dicen la verdad.- Sonríe cuando lo dice.- Pero yo también te quiero mucho, ¿eh?
Vuelvo a reír.
- Lo sé, cariño, lo sé. Yo te quiero más que a mi vida.
- ¿Más que a papá?
Me quedo pensativa durante unos segundos. Me gusta que haya enlazado mi vida con Dani. De echo, es verdad, mi vida es él ahora mismo.
- Bueno, es que a tu padre lo quiero mucho, ¿sabes?
- ¿Cuánto es mucho?
Me quedo pensativa de nuevo y le sonrío.
- Pues, ¿recuerdas ese nuevo número que te enseñaron en el cole?
- ¿Aquel ocho tumbado?
Río al ver como lo llama.
- Sí, cielo, ese. Pero se llama infinito.
- Dicen que ese no tiene final.
- Exacto.- Sonrío.- Pues así es cómo tu padre y yo nos queremos.
Ella me sonríe con alegría. Y me abraza. Con mucho cariño, eso me enternece mucho. Le quiero muchísimo.
- Mi niña...
Se separa de mí y me mira con esos ojos azules embriagadores.
- Te quiero mucho, mami.
La cojo en brazos y le toco la nariz con el dedo. Ella arruga la nariz, ese gesto que la hace tan preciosa. La cocina se llena de risas, de nuestras risas y bromas que formamos mientras que seguimos preparando el desayuno.
Quién le diría al mundo, hace diez años, que dos tontacos cómo nosotros tendrían una hija así de hermosa y gentil.

Guau....que tierno!!! Quiero una historia larga tuya!!! Me encanta
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