Tontac@s, cómo ya habréis visto, esto no es una historia completa, son mini relatos Danna. Me parece más cómodo de narrar y espero que os gusten, os emocionen, y os hagáis fan fan fan de póster de estos relatos.
Os quiero.
Gracias por estar ahí <3

jueves, 28 de febrero de 2013

La tormenta♥ (Parte 2)


- Dani.- Me aferro a él.- Dani, tengo miedo.
- Tranquila cariño.- Me besa en el pelo.- Tranquila, estás conmigo.
Vuelve a abrazarme. Tan sólo son las dos de la madrugada. No es la primera vez que me pasa esto. Llevo teniendo estos sueños durante más de una semana. Dani parece que ya se va acostumbrando, me da pena tener que despertarle cada madrugada por lo mismo. Pero él sabe que lo paso mal y lo comprende. Le beso cariñosamente y dejo caer mi cabeza en su pecho.
- Anna, estás temblando.- Me acaricia por la espalda para calmarme.
- Sí, lo sé...- Digo titubeante.
- Shh... Tranquila. Sólo ha sido un sueño.- Me vuelve a besar en los labios y se levanta de la cama.- Voy a traerte un vaso de agua, ahora vengo.
- Da.Dani... Espera, no te vayas...- Me inquieta la idea de quedarme sola en la habitación.- No me dejes aquí...
- Mi vida, sólo voy a por un vaso de agua.- Me da un nuevo beso en los labios. Lo disfruto todo lo que puedo, lo retengo hasta cuanto puedo.- Vengo enseguida.
Y sale de la habitación con media sonrisa. Como media perfección, aunque viniendo de él es toda la perfección entera.
Pasan los segundos en la oscura habitación que me rodea. El tiempo cae en pedazos sobre mí, cada  tic tac del reloj es cómo un paso más de la agonía de aquella pesadilla que se apodera de mí. Me acurruco en las sábanas y espero impaciente a Dani.
Pasan varios minutos que para mí son como horas, horas eternas. Por fin, lo oigo silbar y subir las escaleras. Abre la puerta, entra y la vuelve a cerrar. Trae el vaso de agua consigo. Se tumba de nuevo junto a mí, sonriente, y me besa tiernamente. Yo consigo sonreír también, me alegra tenerle de nuevo a mi lado.
- ¿Qué? ¿Me has echado de menos?- Asiento mientras pego un largo sorbo de agua.- Vaya, al parecer también tenías sed.- Se echa a reír.
Yo dejo el vaso en mi mesilla de noche y me apoyo de nuevo en su pecho. Él me acaricia de nuevo el pelo.
- ¿Estás mejor? ¿Quieres hablar de ello?
- Si es siempre lo mismo.- Suspiro.- No sé, me empiezo a cansar de que pase siempre igual.
- Apenas duermes por las noches.
- Sí... No sé qué me pasa. No soy de las que suele tener pesadillas, ¿sabes?
- No diría eso después de la última semana...
- Ya... No sé qué me pasa.
- Quizás tendríamos que ir a que te lo vea un médico o algo, ¿no crees?
- ¿Qué dices?.- Me suelto de sus brazos y me pongo frente a él.- ¿Ir a un psicólogo? No estoy loca, ¿eh?
Los dos reímos por mi comentario y nos tumbamos en el colchón, juntos, muy juntos.
- Bueno, un poco loca si que estás... Por mí.
Su sonrisa provoca la mía. Me hace cambiar de emoción al instante, me pierdo en su mirada.
- Sí, la verdad es que me vuelves loca, Martínez.
- Pero no le vayas decir eso al médico, ¿eh?
Los dos volvemos a reír. Esta vez él se pone encima mía, y comienza a besarme. Por el cuello, por el hombro, por mis labios.
Siento cada vez más, me excita cada vez más.
Al final acabamos cómo todos imaginan.
Pero igual de excitados, eso no lo perdemos.
Sí, él es el que me vuelve loca.
 

La tormenta (♥ )



Suenan truenos y varios de los focos del plató se apagan y se encienden cuando les viene en gana. Llueve, tenemos una tormenta encima. El ruido de la lluvia es un estruendo tan grande que Flo decide no volver de publicidad, para evitar daños en la grabación. Habla a través del pinganillo con Juange y corta la señal. Las cámaras se apagan y las lucen con ellas. Nos hemos quedado a oscuras. Se escuchan gritos del público, están asustados. Dejamos a Xavi encargado de calmarlos y nos reunimos todo el equipo en la mesa. Veo cómo Flo se aparta del grupo para contactar con Pablo y contarle lo ocurrido. Todos estamos preocupados. Esto nos asusta.
De nuevo, un trueno aun más fuerte hace temblar todo el decorado del plató y los gritos del público lo acompañan casi sincronizadamente. Tengo miedo. No soporto las tormentas, y menos las de este tipo. Parece que se va a caer el mundo.
Intento mantener la calma, pero no puedo dejar de temblar. Intento buscar a Dani con la mirada, pero no lo veo. A los pocos segundos, siento sus brazos en mi cintura. Me pierdo en ellos, dejo que me guie. Estoy asustada, él lo nota.
- Tranquila princesa.- Noto su aliento en mi oído.- Sólo es lluvia, no tienes por qué temerla.
Yo asiento temblorosa y me acojo más a él, a sus brazos.
Noto la mirada de Flo caer sobre nosotros, sé que no le gusta que el público pueda vernos así, pero ahora me da lo mismo lo que puedan pensar. Le necesito a mi lado para que auyente al miedo.
Oímos de nuevo otro trueno, y casi al segundo, una chispa salta del decorado. Todos nos sobresaltamos y nos apartamos de allí rápidamente. Dani nota mi miedo y me aprieta más contra él.
- Tranquila princesa...- Suena otro trueno. Parece que el tiempo intenta avisarnos de algo.- Tranquila... Sólo es lluvia...- Aunque intenta calmarme, él también parece asustado.- Sólo agua cayendo...
Yo me agarro más a él. Oigo a Flo de nuevo, en la otra punta del plató. Parece que está llamando a Juange y demás para que bajen de allí inmediatamente.
Todos nos unimos en un corro, unidos. Casi junto con el público. Ellos también tienen bastante miedo.
El plató vuelve a temblar y a los pocos segundos se escucha otro trueno más, este más fuerte que todos.
Esta vez sí que gritamos todos. Noto las miradas del público clavadas en nosotros, intentan apoyarse en nuestra confianza. Pero ahora es poca. Aún así, intento separarme de Dani y acercarme a ellos.
Cuando me ven acercarme, comienzan a nombrarme, algunos hasta gritan mi nombre. Están tan asustados cómo nosotros.
Les intento sonreír para calmarlos y parece que surge efecto. A los segundos me voy de nuevo hacia Dani, porque me siento insegura si no estoy entre sus brazos. Antes de que me vaya, noto la mano de Xavi  en mi hombro.
- Gracias, Simon, no podía calmarlos. Tú me has ayudado.
Le sonrío y, aún con miedo en el cuerpo me acerco hasta Dani.
Justo cuando estoy a centímetros de Dani, la tierra comienza a temblar. Y ya no suenan truenos, ni tampoco a penas llueve. Ya sólo se siente un temblor en la tierra. Un temblor que asusta.
El temblor se vuelve cada vez más fuerte y siento que me caigo. Que todo se apaga. Mi miedo aumenta junto con los gritos del lugar. No sé qué está pasando.

Me levanto sobresaltada bajo un colchón de una cama. De mi cama. Siento que estoy temblando. Ya no es la tierra, soy yo. Me encuentro confusa. Miro a mi lado y veo que está Dani, durmiendo, junto a mí. Ahora lo comprendo todo.
- Dani.- Le llamo dos o tres veces hasta que se despierta.- Dani, he tenido una pesadilla.




 

Tan sólo tú y nuestros momentos♥

Me despierto abrazada a ti. Me encanta hacerlo así, oliendo a ti. Me levanto sin hacer demasiado ruido para no despertarte. Refunfuñas un poco cuando no me notas entre tus brazos, pero enseguida vuelves a dormirte. Me voy hacia la ventana y observo el paisaje, hoy hace un día soleado, precioso. Me encanta despertar así, con estos días que parecen perfectos.
Bostezo y me estiro un poco para despertarme más aún.
Te observo con esa cara de dormidito y sonrío. En tus ojos solo puedo ver paz. Pareces un niño pequeño. Me encantas.
Salgo de la habitación de puntillas y cierro la puerta con cuidado. Ni siquiera son las diez de la mañana de un Sábado que promete ser de ensueño.
Voy por el pasillo y entro en su habitación.
- Anna, mi vida, despierta.- La oigo refunfuñar. Sonrío, es igual que su padre.- Ya son nueve y media, tenemos que hacer eso.
La verdad que no es porque sea nuestra hija, pero es que es preciosa, aun recién levantada. Dani dice que es un calco mío, pero se parece también bastante a él. Eso sí, ha sacado mis ojos. Tiene unos ojos azules que embrujan. Pero el genio es de su padre. Se llevan a las mil maravillas, igual que conmigo. Siempre me cuenta todo, sus secretos, sus gustos, incluso que le gusta el hijo de Romina. Cada vez que nos vemos, ella se pone loca de contenta. Nos lo pasamos en grande los tres juntos. Aún tiene cinco años y la disfrutamos a cada instante, va a ser tan preciosa y enorme como sus dos padres. Mi madre siempre lo ha dicho, y Tina también. Tiene a sus cuatro abuelos locos. Le encanta ir tanto a Mollet como a León, siempre la colman de regalos los abuelos en cuánto vamos y claro, a qué niño no le gusta eso. Con Flo es otro que le ha cogido mucho cariño, pero es que quién no quiere a Flo con lo abrazable que es siempre. Le llama siempre por tito Flo. Ya es como de la familia, de echo, siempre lo ha sido. Cada vez que podemos, quedamos los fines de semana con las dos familias y comemos juntos. Por lo que respecta al trabajo, los tontacos no se han vuelto a separar y parece que la audiencia lo agradece. Todas las cadenas nos dicen que hemos marcado el mundo televisivo. Que cómo tres tontos muy tontos, después de casi diez años siguen siendo tan queridos, sin una sola pérdida de audiencia, con un buen share cada día. Eso lo hacen posible ellos. Los tontacos de fuera y de dentro y estamos muy felices y orgullosos. Nuestra hija ya sabe nuestra historia, y parece feliz de tener a dos padres tontacos en su familia. A veces, Mery, que es la que se suele ocupar de ella en los directos, deja que vaya al plató a vernos junto al público, aunque a Xavi lo tiene loco cada vez que va. Y alguna vez que otra se nos ha escapado en medio del plató y ha salido en antena. Pero ya está más enseñada y sabe que sólo puede estar en las gradas del publico durante el programa.
La llamo una vez más y se despierta poco a poco.
Ella se frota los ojos adormilada aún y me mira. Sonríe al instante.
- Bu.buenos días mami, ¿qué hora es?
- Las nueve y media.- Le digo y le ayudo a salir de su cama.- Vamos a prepararle el desayuno a papá, ¿me ayudas?
- Síiiii.- Entusiasmada corre por el pasillo y baja hasta la cocina.
- Shh... No hagas mucho ruido.- Le susurro.- Que tu padre aún duerme.
Llegamos las dos hasta la cocina y, entre risas y bromas, comenzamos a sacar los cacharros y el resto para preparar el desayuno.
- Bueno, ¿qué le preparamos a papá?
Veo como se frota la barbilla, pensativa, se pone seria mientras piensa y sonríe al instante. Parece que ha tenido una idea.
- Unas tortitas.- Dice entusiasmada.- Pero con caramelo, mucho caramelo.- Gesticula con las manos mientras habla, eso me hace gracia.- Y, y...- Sigue pensando.- Y tostadas con mermelada, eso es romántico, ¿verdad mamá?
Me sorprende que haya llegado hasta ese punto. Me echo a reír y asiento mientras le acaricio el pelo.
- Sigue pensando, lo estás haciendo muy bien.
Pasa su mano por su frente mientras sigue pensando. Yo me río al verla, está haciendo un esfuerzo pensando en todo esto y me encanta.
- Las fresas le gustan a papá, ¿verdad?- Asiento sonriente.- Claro, es que a todo el mundo le gustan. También le preparamos fresas con nata, ¿vale?
- Vale cielo.- Le beso la mejilla.- ¿Sabes que eres la mejor?
Ella se sonroja y me sonríe.
- La gente dice que la mejor eres tú.
- ¿La gente?
- Tu público.- Se alegra cuando dice eso.- ¿Es que también son tus hijos, mami?
Yo pego una carcajada al escuchar eso.
- Claro que no, mi vida, tú eres mi única hija.
- Es que se comportan como si lo fueran.- Me enternece eso que me dice.- Siempre dicen que te quieren mucho, y parece que dicen la verdad.- Sonríe cuando lo dice.- Pero yo también te quiero mucho, ¿eh?
Vuelvo a reír.
- Lo sé, cariño, lo sé. Yo te quiero más que a mi vida.
- ¿Más que a papá?
Me quedo pensativa durante unos segundos. Me gusta que haya enlazado mi vida con Dani. De echo, es verdad, mi vida es él ahora mismo.
- Bueno, es que a tu padre lo quiero mucho, ¿sabes?
- ¿Cuánto es mucho?
Me quedo pensativa de nuevo y le sonrío.
- Pues, ¿recuerdas ese nuevo número que te enseñaron en el cole?
- ¿Aquel ocho tumbado?
Río al ver como lo llama.
- Sí, cielo, ese. Pero se llama infinito.
- Dicen que ese no tiene final.
- Exacto.- Sonrío.- Pues así es cómo tu padre y yo nos queremos.
Ella me sonríe con alegría. Y me abraza. Con mucho cariño, eso me enternece mucho. Le quiero muchísimo.
- Mi niña...
Se separa de mí y me mira con esos ojos azules embriagadores.
- Te quiero mucho, mami.
La cojo en brazos y le toco la nariz con el dedo. Ella arruga la nariz, ese gesto que la hace tan preciosa. La cocina se llena de risas, de nuestras risas y bromas que formamos mientras que seguimos preparando el desayuno.

Quién le diría al mundo, hace diez años, que dos tontacos cómo nosotros tendrían una hija así de hermosa y gentil.


 

martes, 26 de febrero de 2013

Un destino que nos une♥

Desde aquel día que te vi, desde aquel día que me miraste, que me hiciste dueña de tus pupilas, que vi mi nombre señalado en tu corazón y vi que también en el mío estabas tú.
Desde aquel 3 de mayo confieso que siento algo, que siempre teníamos ese buen rollo, que aprovechábamos cada instante para estar juntos, para abrazarnos o para besarnos. Desde aquel día que me pediste salir desde aquel rascacielos de Madrid, aquel día único. Bajo la luna y las estrellas, aquel día tú fuiste mío y yo tuya. Los astros fueron testigos de nuestro amor. Qué bonita forma de empezar algo, ¿no crees? Qué feliz me sentí al ver que tú sentías tanto como yo, que me amabas, que podría compartir la vida junto a ti hasta el final de todo. Qué feliz me has hecho durante este tiempo y para lo que queda. Me encanta que hayas llenado mi mundo de locuras, me encanta poder disfrutar de tu mirada, de tu rostro, cada vez que abro los ojos por la mañana. ¿Qué mejor manera de recibir el día que con mi príncipe azul a mi lado? Porque sé que nunca te separarás de mí, porque yo nunca lo haré. Porque hemos tenidos nuestros más y nuestros menos, pero al final el destino ha vuelto a unir nuestros caminos, porque así está escrito. Un Dani Martínez para una Anna Simon, somos como piezas de ajedrez en esta vida. Después de probar con algunos, de sufrir, de amar hasta dónde jamás habías imaginado, comienzas a encontrar a tu alma gemela, y a experimentar un amor, un amor verdadero, que resulta que es mil veces mayor que lo que has sentido en toda tu vida. Experimentas algo único. A veces te caes, pero empiezas a ver que si te levantas es por él. Que tu vida se empieza a basar en sus sonrisas, en sus miradas, en sus te quiero. Y cuando ya habéis conectado el uno con el otro, después de separaros miles de veces, de creer que lo vuestro no dudaría, parece que baja una estrella y os une de nuevo. Para que estéis juntos hasta la eternidad, para que compartáis esta experiencia juntos, otra vida más.
Y ahora, después de tantos años juntos ya. De nuestra boda, de nuestra hija que nos espera. Ahora es 1 de Julio de 2016 y, mientras vemos las estrellas y las nubes pasar, en el mismo sitio donde hace cinco años me pidió compartir mi vida junto a él, allí, en aquel rascaielos de Madrid, nos ponemos a recordar como eran nuestras vidas entonces.
Recordamos el final de Tonterías Las Justas, los mensajes de los seguidores, que incluso ahora, después de cinco años, nos siguen escribiendo cada día, a cada hora, y ahora recuerdan melancólicos lo que hace cinco años pasó.
Son grandes, los dos lo pensamos.
Es increíble como un programa ha podido crear tanto, ha podido hacer sentir tantas cosas, tanto a ellos como a nosotros. Porque lo nuestro comenzó allí, entre paredes azules con tuberías de colores, un croma y varios corchopanes. Sí, fue ahí cuando se empezó a escribir nuestra historia.
Cuando todo comenzó, es increíble que después de tanto aún permanezca en el corazón de la gente. Verdaderamente Flo ha cambiado el mundo, lo ha llenado de risas, ha conseguido su sueño.

Le oigo dedicarme varios te quiero y su brazo cae por mi espalda. Sonrío y me acojo a él. Qué bonito fue apoyarme en sus sonrisas. Días, semanas, meses e incluso años compartiendo el mismo amor, besando los mismos labios, y aún así no nos hemos cansado, ni lo haremos, porque así lo han querido allá arriba.
Miro el cielo, envobada en cada una de las estrellas, ellas también parecen sonreír tanto como yo.
Veo a Dani señalándome, entre el firmamento, una estrella fugaz que corre y juguetea por la vía láctea.
- Pidamos un deseo.- Le digo.
- Estar siempre juntos.
- Pero no se puede decir en voz alta.
- Este deseo sí, el cielo también lo quiere así.
Nos sonreímos y, mientras la estrella atraviesa el cielo, unimos nuestros labios en forma de juramento, para sellar todos los momentos vividos y por vivir.
Me coge la barbilla y me mira a los ojos, puede transmitirme su emoción, sus alegrías, su felicidad a través de ese brillo de ojos verdes.
- Pasaré toda mi vida junto a ti, Anna.- Yo le regalo otro beso más.
- Te quiero Daniel, pasen cinco diez o mil años te seguiré queriendo como el primer día.
- ¿Cómo aquel 1 de julio?
- Como aquel 1 de julio.
Nos volvemos a besar y tras varios minutos de amor infinito, se levanta y me sirve una copa.
La cojo y bebo un poco, la dejo cerca de mí.
- ¿Sabes? No sé qué nos deparará el futuro, pero me da igual, si sigues junto a mí.
- Pues yo si lo sé.- Me dice, y se vuelve a sentar a mi lado.- Algunos dicen que el futuro nos puede deparar miles de cosas, pero cada una de ellas las escogemos nosotros mismos, solo nosotros.- Deja escapar un silencio de varios segundos pero enseguida prosigue.- Yo pienso que el único futuro seguro nos lo da Dios, y es el amor.- Entorna sus ojos a los míos.- Y yo no soy quién para contradecirle, ¿no?- Niego con la cabeza y sonrío.- Pues, ¿qué me dices? ¿Lo hacemos posible?- Me tiende la mano.
- Junto a ti, lo que sea amor.
Le doy la mano y nos levantamos. Me guía hasta la piscina  que preside el ático del edificio y nos metemos en ella.
El agua está algo fría, pero sus abrazos me consuelan y me llenan de calor.
Los dos reímos por vivir otra locura más juntos. Otra locura más que apuntar en nuestra vida. ¿Cuántas llevaremos ya? ¿Cien? ¿Mil? ¿Millones quizás? Sí, en estos años hemos pasado tanto... Tanto amor compartido, juntos como siempre. No conseguimos que ningún trabajo nos separase, y cómo él dijo alguna vez: <<Este equipo de tontacos se volverá a juntar cuando el amor y el trabajo pueda compajinarse sin problema alguno.>> Y así fue. Parecía imposible, pero este equipo de tontacos se volvió a unir, y esta vez para mucho más tiempo.
Mientras disfruto de su cuerpo bajo el agua, siento como me besa, como empieza a hacerme suya, pero ya con más cuidado, sin demasiadas locuras juntas, ya que nos espera una niña en mi interior.
Termina de besarme y se vuelve hacia mi barriga algo crecida ya debido al embarazo. Posa sus manos en mi estómago y lo besa bajo el agua.
- Hola pequeña.- Le oigo decir.- Soy tu papá, un papá muy, muy loco que vas a tener en unos meses. Pero que te va a cuidar siempre y no va a alejarse de ti jamás, porque me he enamorado de tu mamá y de ti, pequeña mía. Vamos a ser una gran familia.- Le veo emocionado y le beso en los labios para demostrarle todo mi cariño y el de ella.
- Aún no hemos decidido cómo se va a llamar.- Le digo pensativa.
Dani se acerca de nuevo a mi estómago y posa su oreja en ella.
- ¿Cómo te quieres llamar, mi vida?- Sonríe, se levanta y me da un beso.- Dice que quiere llamarse Anna, como su madre.

 

domingo, 17 de febrero de 2013

Un para siempre prometido♥

- ¿Me quieres?- Me mira de repente, y niega con la cabeza mientras una pequeña sonrisa se dibuja en tu rostro.

- ¿Tú qué crees, rubia?- Los dos estamos sentados, uno al lado del otro, en la mojada hierba del campo. Miramos hacia el horizonte.- He dejado un trabajo por ti, por no separarme de tu lado. Por no dejar de ver esa sonrisa tuya de siempre tan perfecta y tan...- Se le rompe la voz. Le miro y sus ojos brillan.- ¿Y aún me preguntas si te quiero?- Esta vez me mira a los ojos. Se pone serio. Sonríe, pero de mentira.

Me acerco a él y le beso con ternura. Una lágrima recorre su rostro.

- Te quiero cariño.- Le susurro al oído. Y una leve sonrisa aparece en su cara.

- Anna.- Los dos nos apartamos y nos miramos a los ojos.- No sé si hice bien en abandonar el trabajo. No sé si he traicinado a Flo, pero me siento así. Me da pena dejar todo atrás, al hombre que ha confiado en mí desde aquel 3 de mayo y a mi pequeña princesa de Mollet...- Le sonrío y me pierdo entre sus brazos.- Pero sé que he hecho lo correcto. No me podía permitir perderte de nuevo. No iba a dejar que un trabajo nos separase otra vez.- Me mira.- Si trabajamos juntos, no podremos estar juntos. Así que le dije a Flo que cuando el amor pueda compajinarse con el trabajo, volveremos a juntarnos. Porque sé que este equipo se unirá de nuevo... Sí.. Algún día.- Mira al frente de nuevo.

- Flo está orgulloso de ti, cariño.- Le abrazo.- Lo sabes. Él no buscaba esto.

- Lo sé, pero si no renunciaba despedirían a uno de los dos. Y no quiero que te despidan por mi culpa.- Me mira y me envauca con su ojos verdes.

- Daniel, dime que no has dejado un trabajo por mí.

- Lo diría, pero te mentiría.- Me sonríe y consigue que yo también lo haga.- Flo no querría estar en un trabajo sin ti, ya sabes que eres una hija más para él.

Guardamos silencio durante unos segundos.

Permanecemos sentados en aquel suelo mojado, mirando al frente, con la mirada pérdida en cualquier montaña que nos rodea. Nuestros pensamientos nadan sin ningún otro rumbo que nosotros mismos. A veces le miro, pero él sigue con la mirada al infinito. Es normal que esté así, pero me duele verle afectado por todo esto. Miro al suelo. Ha dejado un trabajo por mí. Es increíble.

Tras unos segundos metido en su propio pensamiento, le oigo decir:


- Pero bueno, los programas terminan, pero las personas permanecen, ¿no?- No sé si me lo dice a mí o sólo lo piensa en alto.- Lo importante es que pase lo que pase nos quedará el recuerdo de los buenos tiempos en familia.

- Sí...- Intento imaginarme un trabajo sin tenerle a él junto a mí, pero me es imposible.

- Princesa, ¿sabes qué es lo mejor?- Me acoje entre sus brazos y me besa en el pelo.- Que ahora voy a poder disfrutarte sin nada ni nadie que nos lo impida. Nadie nos dirá que no podemos besarnos, ya somos libres. Ya podemos enseñar nuestro amor allá donde vayamos. - Se tumba encima de mí.- No tendremos que huir de nadie. Ya no nos tendremos que esconder de cámaras o jefes. Podremos besarnos sin ninguna atadura.- Me mira de nuevo y me da un pequeño beso.- Cariño, dentro de nada seremos libres de amarnos.

Sonrío y dejo que me bese por todo el cuerpo. Cuando para me sonríe.

- Bésame, Simon.



Me acerco a él para besarle de nuevo y sonríe cuando nota mis labios pegados a los suyos. Esta vez soy yo la que entreabre nuestras bocas para envolvernos de pasión y loca de deseo me siento sobre él dejando que ponga sus manos en mis caderas, o más abajo de ellas.
Segundos después me encuentro sin ropa, tumbada en la hierba mojada de aquel bosque. Y le noto a él encima de mí. Cómo se deja llevar por la pasión, cómo comenzamos a hacerlo.

Lo disfruto, porque ahora puedo y podré hacerlo el resto de mis días.

Comienza a llover, pero a nosotros no nos importa. Nuestros cuerpos se mojan, pero nuestra temperatura no baja. Siento el sabor a agua en sus labios, de sus labios mojados. Sonrío, él también lo hace.

Van pasando los minutos y vamos acabando. Agotados, nos tumbamos uno junto al otro. Él me abraza y veo cómo sonríe al cielo satisfecho.

- Anna.- Su voz jadeante me hace sonreír. Le miro.- Eres... Eres increíble.

Los dos nos sonreímos y nos quedamos observando el cielo nublado. Observando cómo van pasando las nubes poco a poco, cómo avanzan junto con la lluvia.

Y cómo esto es la vida, los problemas llegan y nos caen encima, como una tormenta, pero el tiempo sigue avanzando, no se para. La vida sigue su curso, y al final, las nubes se llevan a la tormenta y los problemas desaparecen.

Después de cada tormenta sale el sol.

Nuestro amor lo ha demostrado. Hemos pasado de todo juntos y aún así nada nos ha conseguido separar, ni siquiera los de arriba, los jefes, han conseguido acabar con nuestro amor.

Fuimos, somos y seremos una leyenda para el resto de los tiempos. Estamos enamorados el uno del otro. Lo hemos demostrado tantas veces. Aún creyendo que nuestro amor pendía de un hilo a veces, todo se recuperó y nada pudo separarnos, ni podrá, porque somos Anna Simon y Dani Martínez, los que sin nosotros nada de esto sería posible. Los danna, que se amarán por los siglos de los siglos, por que así lo ha querido el destino.

Cada segundo que paso a su lado siento que le quiero más y más. Que le amo, que me he enamorado de él. Los días pasan a su lado y es cómo otra página dónde sólo escribir un infinito basta. Para siempre. Lo prometimos. Estar juntos por siempre, hicimos ese juramento. Lo cumpliremos.

- Daniel.- Siento la necesidad de escucharlo de su voz de nuevo.

- ¿Qué?- Me mira sonriente. Se pierde en mi mirada.

- ¿De verdad has renunciado a un trabajo por mí?

- Sí, princesa. Para poder ser libres por fin. ¿No crees que ya nos lo merecíamos? - Asiento.- Sé que a mucha gente le dolerá, pero este equipo de tontacos debe separase durante un tiempo para que un paletillo de León y una pricesa de Mollet vivan su historia de amor.- Le miro envaucada en sus palabras.- Además...

<<Lo que Tonterías unió, no lo separá nadie>>- Decimos los dos a la vez. Cómo un rito, cómo un juramento más.

- Te quiero.

- Yo te amo, princesa.- Me acerco hasta él y dejo que me envuelva en sus brazos.

Entre risas y besos, observamos el cielo de nuevo y, pronunciando un nuevo para siempre, juntamos nuestras manos para hacer un corazón en el cielo con nuestros dedos.

Sonreímos y nos besamos. Nuestras palabras se pierden en este paisaje verde que nos rodea. Sólo los animales son testigos de nuestros actos de amor. Los pájaros vuelan por encima de nosotros celebrando nuestro amor. El sol ha vuelto a salir. Como siempre pasa.

Nos ilumina y siento que cualquiera puede vernos desde este pequeño rincón perdido en la montaña. Pero no me importa, es lo que quiero. Que sean testigos de que nos amamos. Que nos querremos por siempre. Porque lo prometimos un día y ese infinito que pintamos en el cielo, quién sabe si no entre las nubes, no se borrará nunca.

Y aquí, en este bosque, rodeados de árboles iluminados por el sol, siento que hoy nada puede estropearme esto. Que este ataque de locura sella todos los momentos vividos y por vivir, porque él mismo me enseñó que la vida necesita locuras, momentos en los que la razón desaparece, porque fue así, como empezó nuestra historia. Justo en el aquel momento en el que me di cuenta que el mundo podía desaparecer cuando mis labios probaban los suyos. Que aquella vida tan organizada que tenía se desvanecía con cada una de sus sonrisas traviesas.
Y sí, con todas sus idas y venidas, con todos sus momentos de cobardía, con sus arrebatos de orgullo y sus palabras bonitas volvía mi mundo cada vez más loco, pero ¿qué sería de mí sin sus locuras? Nada. Porque si hoy soy feliz es gracias a él, a cada una de sus meteduras de pata y a cada uno de sus intentos por borrar mis lágrimas y dibujarme sonrisas.

Le amo. Él no es mi primer amor, pero sí el último y definitivo. El que me ha hecho la más feliz del mundo. El que ha llenado mi mundo de locuras, pero me ha ayudado a vivir la vida de otra manera. De Tonterías, pero siempre las justas, de otras movidas. Me ha llenado la vida de felicidad.

Él, Dani Martínez, es el amor de mi vida.



 














*Dedicado a María del Águila Díaz Pérez y Daniel García Goyos, una gran pareja que marcarán una leyenda~*

miércoles, 6 de febrero de 2013

Tú eres mucho mejor que un beso de un minuto, tú...♥

Le veo de espaldas, sentado en la arena de la playa. Ni siquiera está con la toalla debajo, no le hace falta, lleva los bóxers puestos. Le miro y disfruto unos segundos más de las vistas de su cuerpo esbelto. Me muerdo el labio, es adorable.
Sin mirarle me siento a su lado. Él gira la cabeza y me ve. Yo me mantengo mirando al frente y él se mantiene callado, sonriéndome.
- He traído helados.
Veo como sonríe mientras niega con la cabeza. Vuelvo a mirar al frente y él hace lo mismo.
- Al final no te has podido resistir, ¿eh?- Me sonríe mientras coge un poco de helado con su dedo y lo pasa por mi nariz.
Pega una carcajada y me mira. Yo finjo estar enfadada, él se levanta y comienza a correr hacia el agua. Yo le observo sorprendida. Veo cómo se mete en el agua, de cuerpo entero y, tras nadar un poco, vuelve empapado hacia mí sonriendo satisfecho. ´
- ¿Qué, me perdonas ya?.- Yo río y le tiro de la mano hacia mí, para que se siente a mi lado.
Lo hace y le entrego el vol con el helado de chocolate y turrón que le he comprado. Lo prueba y a continuación me besa. Me sorprendo al principio, porque me pilla desprevenida, pero acepto sus labios con muy buen gusto.
Es un beso tierno y suave. Con sabor agridulce, un sabor mezclado por el agua salada del mar y el sabor a chocolate. Me encanta.
Estamos unos segundos más así, besándonos, sin importarnos el tiempo, sin importarnos quién nos vea. Sólo con atención en nuestros labios.
Después de unos segundos más, nos separamos exhaustos, cogemos aire a la vez y sonreímos.
- Me encantas, mi vida.- Dice con su habitual sonrisa perfecta.
- Pues anda que tú a mí...- Le doy un beso en la mejilla y otro pequeño en los labios.
Lo cautivo.
Me envuelve en sus brazos, yo apoyo mi cabeza en su pecho mojado.
- ¿Sabes por qué te he traído aquí, princesa?
Yo le miro, sonrío y niego con la cabeza.
- Porque desde hace tiempo llevo queriendo ver una puesta de sol inolvidable. Apuesto a que esta lo será. - Me besa en el pelo.- Quiero ver caer el sol a tu lado, quiero compartir esto contigo. Porque una puesta de sol no tiene encanto si no estás con alguien especial. Yo, estando junto a ti, viendo este paisaje tan maravilloso, siento que no necesito más.- Le miro conmovida, me encanta cuando me dice esas cosas.
- Yo simplemente estando a tu lado, ya lo tengo todo.- Veo sus ojos verdosos cómo brillan de felicidad. Cómo me miran. A mí. Yo soy la única que disfruto de él, aquí, en esta playa solitaria. En esta playa única, preciosa.
<<Cómo él.>> - Pienso.- <<Los dos formamos una bonita pareja.>>
Me encanta pensar eso. Saber que cómo nosotros no hay dos, que cómo nosotros no amará nadie más en este mundo.
Cómo marcamos una nueva leyenda. Otra más en esta aventura que hemos decidido vivir juntos.

Me quedo adormilada a su lado, apoyada en su pecho. Él me mece y me acaricia el brazo. A veces me susurra varios te quiero mientras me da besos por el cuello. Me siento la más afortunada de este mundo. Siento su cariño, cómo los dos hemos ido demostrando nuestra pasión por el otro continuamente.
Miro al cielo y sonrío, porque sé que nada nos separará. Que estaremos juntos hasta la eternidad. Que le quiero, que le amo. Siento que mi corazón se desborda por él, que late por él. Por aquel chico de camisas de cuadros y converses. Por mi paletillo de León.
De repente me fijo en una nube con forma de corazón. Sonrío y se la señalo a Dani. Éste la mira con curiosidad y ríe. Me vuelve a besar en el pelo. Yo le cojo de la mano.
- ¿Sabes?.- Atraigo su atención a mis palabras.- Decía un amigo mío que las casualidades no existen. Que todo está escrito entre las nubes y las estrellas con tinta invisible...
- Me suena esa frase.- Comenta sonriente.
- ¿A sí?.- Le observo sarcástica.- Será porque me la dijiste tú.
Él ríe y vuelve su mirada a la nube.
- Es una bonita forma de hablar sobre el destino, ¿no crees?.
Asiento conmovida y me separo de él, ahora soy yo quien me pone encima. Le miro embrujada por sus ojos, por esos ojos verdes que parecen sacados del Edén. Sonrío pícara y le beso.
Él se sorprende por mi reacción y sonríe.
- Pero que loca estás, rubia...
- Sí.- Digo mientras pruebo de nuevo sus labios.- Loca por ti.









 

martes, 5 de febrero de 2013

Sin ti no soy nada...♥ (Parte 2)

- ¿Es usted familiar del sr. Daniel Martínez Villadangos?- Una voz procedente del pasillo hizo que me sobresaltara y volviera a la realidad.

Era un médico.

Me sequé las lágrimas y fui corriendo torpemente hacia él. Cuando llegué, me paré en seco y le miré con los ojos encharcados.

- Supongo que ya se espera la respuesta.- Dijo quitándose las gafas y limpiándolas cuidadosamente en su bata.

Pues no, no me esperaba ninguna respuesta. Bueno, sí, esperaba que me dijera que no me preocupara, que no temiera por su vida. Que tuviera esperanzas. Que se iba a poner bien. Una leve ilusión se apoderaba de mí, pero su actitud me asustaba.

- Verá...- Me miró a los ojos y se puso aún más serio.- Ya sabe que él llegó aquí bastante grave y que sus heridas eran bastantes profundas.-
Cada palabra que salía de su boca se hacía más dura y pesada. Cada frase se hacía más triste, cada vez mis lágrimas estaban más cerca, si es que no se me había escapado ya alguna. Cada vez, la poca esperanza que me quedaba se iba esfumando más y más.- Normalmente, es difícil salir de accidentes de este tipo, tan...- Paró un segundo y prosiguió.- Tan inóspitos como este... Y usted ha salido.- Intentó sonreírme, pero se puso serio enseguida. Sabía que esta no era la respuesta que yo buscaba.- Seré franco con usted.- Se tomó varios segundos para responder. Yo cogí toda la energía que pude.- Daniel no ha podido aguantar.- Mi mundo se paró en ese momento.- Daniel ha muerto. Lo... lo siento.- Me estendió su mano e intentó calmarme un poco.

Yo... Yo sabría muy bien cómo describir todo lo que sentí en ese momento. Mi mundo se había parado, todas las esperanzas se habían echo añicos, y los trozos de ésta me rompían el corazón en mil pedazos. Me había dejado sola, me había abandonado en este mundo en el que, sin él, ya nada tenía sentido. En el que todo se había vuelto negro en tan sólo un segundo. Lo había perdido, a él, a mi Daniel. A mi futuro marido y al padre del hijo que se enjendraba en mi cuerpo. Nos había dejado solos a los dos. Le necesitaba a mi lado.

No sé durante cuánto tiempo estuve llorando. Las lágrimas salían a borbotones por mis ojos y yo no me opuse a ello. Estuve aferrada a la bata de aquel médico, llorando todas las penas que cabían en mi interior. Durante un momento estuve a punto de desmayarme o de darme un ataque de ansiedad, todo esto me producía un dolor tremendo y la angustia y la tristeza se apoderaban de mí, pero aguanté, por Dani y por nuestro hijo.

Después un rato así, logré recomponerme y lo primero que le pedí a aquel médico fue poder verlo.

Él no se opuso, sabía que yo necesitaba verle, para despedirme, para verle una última vez, aunque para mí su recuerdo permanecerá presente durante toda mi vida.

Me llevó hasta la habitación dónde se encontraba su cuerpo.

Yo al verle fui corriendo hasta él. Le miré, sus ojos cerrados, su rostro tranquilo. Cómo si quisiera transmitirme que no pasaba nada, que estuviera tranquila. Que confiaba en mí, que sabía que aguantaría este dolor sin él. Que no le olvidara jamás, que él no lo haría ni dentro ni fuera de este mundo. Quería que supiera que le dolía abandonarme así pero que me seguiría queriendo allá dónde estuviera.

Yo comencé a llorar, a dejar escapar una riada de lágrimas por mis ojos, ahogando mi dolor y el de nuestro futuro hijo. Pero era el dolor el que me ahogaba a mí, el que acabaría conmigo tarde o temprano. ¿Cómo pretende que viva sin él? Sin su cariño, sin sus besos diarios, sin sus te quiero, sin sus tonterías... Sin él, sin mi Daniel... ¿Cómo voy a seguir viviendo a partir de ahora?

Estuve apoyada en su pecho durante un rato más, llorando a más no poder. A veces gritaba, llena de furia y de rabia, llena de dolor, de dolor mutuo. Le echaba de menos. La idea de perderle, de perderle para siempre me agujereaba el alma, mi corazón estaba más herido que todas las heridas de mi cuerpo. No podía soportar esto.

Me levanté y volví a ver su rostro. Dibujé una triste sonrisa en mi cara y le acaricié con cariño el pelo, se lo desvaraté un poco y recordé lo mucho que le gustaba eso, que le pasara las manos por su cabeza, que le acaricase el cabello. Recordaba su carita de niño, sus risas, sus ternuras. Esa risa que parecía infinita, que no se acabaría nunca, y sin embargo ese maldito accidente había hecho que esa sonrisa perfecta se apagase para siempre.

Le cogí de la mano y se la besé, observé emocionada que llevaba puesto nuestro anillo de boda, el que me regaló el día que me pidió que me casara con él. Ambos llevábamos uno con el nombre de los dos grabados en él. Una lágrima empapó el anillo y se esparcía por sus dedos. Cómo una nueva señal de despedida, como otro pequeño adiós lleno de cariño y a la vez de agonía. En él estaba la promesa que nos hicimos, esa promesa de un para siempre. <<Prometimos un para siempre.>>- Pensé-<<Y lo que Tonterías unió, no lo separá nadie, ni siquiera nos separará el cielo de la tierra.>>. Otra lágrima cayó en su mano. Y seguida de esa, muchas más.

Me sequé las lágrimas y le besé la mano por segunda vez. Puse su mano reposando en su pecho y mis ojos no hacían más que llenarse de lágrimas una y otra vez, cada vez que le miraba.

- ¿Quiere llevárselo con usted?- El médico se acercó hasta él, le quitó el anillo y me lo ofreció.

Yo solté un no rotundo, seco, de los más secos que habríais podido escuchar en toda vuestra vida. No quería que él se desprendiera del anillo, eso significaba que lo nuestro acabaría y no quería eso.

Cogí torpemente el anillo de la mano de aquel médico y me acerqué hasta Dani. Cogí su mano y le puse el anillo suavemente en el dedo corazón. Tantos recuerdos vinieron a mí en ese instante... Recordaba emocionada el día que nos los pusimos los dos. Fue en León, unos de esos fines de semana que cogíamos para los dos solos. Recuerdo cómo me sorprendió, primero me llevó a una de las montañas más bonitas e impresionantes del valle. Recuerdo vagamente el nombre... Bodón, creo que se llamaba. Recuerdo sus palabras cuando llegamos a la cima:

<<D: ¿Sabes por qué te he traído aquí, princesa?- Yo negué con la cabeza y sonreí.- Dicen que esta montaña tiene una leyenda.- Me acogió entre sus brazos y me besó.- Aquí vivieron una bonita historia de amor dos enamorados, un caballero leonés llamado Curieno y su amada, la princesa Polma.- Los dos mirábamos el horizonte mientras él hablaba.- Cuentan que su amor fue el más inmenso e infinito de todos, nadie se amaba cómo ellos dos.- Yo posé mi cabeza en su pecho mientras él me abrazaba.- Ahora dicen que ese amor, el más verdadero e infinito, fue superado por otros.

A: ¿A, sí?- pregunté inocentemente.- ¿Y quienes fueron los que superaron ese amor?

D: Pues dicen que un caballero leonés llamado Daniel y su amada, una princesa de Mollet llamada Anna.- Me hizo sonreír.- Cuentan que su amor es ahora el más grande del mundo y que nadie, jamás, logrará superarlo.- Terminó de hablar y nos besamos, tumbados en la hierba, con ese paisaje mágico que nos rodeaba.

El viento nos despeinaba los cabellos, como si nos quisiera acompañar en esta sinfonía de amor de cuento. Una sonrisa se dibujaba en nuestros rostros mientras probávamos los labios del otro.

Era todo increíblemente perfecto. Los dos perdidos en nuestra propia pasión, en un bosque lleno de leyendas e historias por contar. La nuestra ya había quedado marcada allí, nosotros seríamos otra leyenda más. El caballero y la princesa. Nadie llegaría a amar cómo nosotros lo habíamos hecho. La sonrisa de uno provocaba la del otro. Nos queríamos, nos amábamos y creíamos en un amor infinito con miles de historias de amor que quedarían escritas en el libro que es la vida, cada día pintábamos un infinito en una página, así se formaba nuestro amor. Creímos en un para siempre, en todas las cosas que nos quedaban por vivir juntos, siempre juntos. Nadie nos separaría.

D: Mi princesa de Mollet, mi rubia, mis ojos azules, mi amor...- Se levantó y sacó algo de su bolsillo. Yo también me levanté y me puse frente a él.- Quiero vivir toda mi vida junto a ti. Porque sé que me he enamorado de ti ciegamente, desde que te vi aparecer por la puerta, aquel primer día en Tonterías Las Justas.- Posa su mano en mi mejilla.- Quiero verte sonreír cada día y sin un día no sonríes, yo te ayudaré a hacerlo. Quiero crear una familia contigo, quiero hacer miles de cosas, pero quiero que tú seas mi acompañante en esta vida. Quiero formar una vida a tu lado.- Yo coménce a emocionarme y él me besó en la mejilla.- Princesa, quiero casarme contigo. No me importa envejecer, pero sólo si tú estas a mi lado.- Varias lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro. Él me las secó suavemente con sus dedos.- Prometimos un para siempre, princesa. Quiero hacerlo realidad. ¿Qué dices, mi vida?- Se arrodiló frente a mí y me entregó una alianza.- ¿Quieres casarte conmigo?

Yo me quedé conmovida. Le miré y vi en sus ojos verdes un brillo especial. Me sonreía. Yo también lo hice y le entregué mi mano en forma de respuesta.

A: Sí, quiero formar una famlia contigo. Quiero ser parte de tu vida. Quiero casarme contigo. Te quiero Daniel.- Los dos nos miramos emocionados y sonreímos.

Me cogió de la mano y se disponía a ponerme la alianza en el dedo corazón.

D: ¿Estás segura que quieres formar una vida conmigo?- Sonrió.- ¿Con un caricato, pelopincho, leonés, que no hace más que tonterías?

Le observé sonriente de arriba a abajo. Su camisa de cuadros, sus vaqueros y sus converses. Sí, quería y amaba a este hombre. Daría mi vida por él.

A: Tonterías, pero las justas.- Los dos reímos.- Sí, te quiero tal y cómo eres. Con tus tontadas de niño pequeño, con tus risas diarias, con tus cabreos, con tus dudas y con tus brotes de pasión, pero te quiero, y eres todo cuánto necesito en esta vida.

Él, arrodillado ante mí y cogido de mi mano, comenzó a ponerme la alianza en el dedo corazón. Nos mirábamos sonrientes y emocionados por esta gran aventura que viviríamos juntos de nuevo.

D: ¿Para siempre?

A: Para siempre.- Y se levantó a darme un beso.

Poco después yo le puse a él el suyo. Lo celebramos haciendo el amor a los pies de un árbol. Devorando la pasión y haciéndonos notar en todo el bosque. Nuestros gritos se oyeron en todo el valle. Estábamos creando una leyenda. El caballero y la princesa celebraban su amor. Ese amor que nadie rompería.>>

- Nadie.- Susurré y cogida de su mano, se lo transmitía por telepatia. Con esperanzas a que esa energía llegase hasta el cielo.

 

Hace ya algunas desde que salí del hospital. Aunque la ansiedad que sentía se ha ido esfumando poco a poco, las lágrimas no han cesado ni cesarán por el momento. Me siento rota. No sé hacia dónde ir. No sé qué hacer. Sólo sé que le quiero y que le echo de menos. Que le necesito a mi lado, cómo siempre.

Seguramente, él estará orgulloso de mí. Observando cómo lucho, sabiendo que le siguo queriendo. Ya no puedo más, ya no puedo caminar más. Me he cansado de andar sin rumbo. Todo lo veo en blanco y negro. Me siento en un banco, y observo el paisaje llorando. Y me pregunto, ¿cómo alguien tan joven puede morir así? Y entonces recuerdo aquella frase: << La muerte puede llegar cuando todo está bien para llevarse a alguien débil sin impotarle el resto.>>

Y sí, es lo que me ha hecho. Me lo ha quitado, para siempre. Siento que no puedo más, y es cuando noto a mi hijo moverse. Una mínima sonrisa sale de mi boca, y hablo. Sé que no me va a responder, pero siento esa necesidad.

- Dani... se ha movido... Otra vez...

Las lágrimas vuelven a mis ojos. Y de repente, no sé cómo, lo siento. Le siento a mi lado, en esa posición, manos en mi barriga, cabeza apoyada en mi hombro. Le noto darme un beso en el cuello, y me estremezco. Entonces, para ver si es real, me levanto y me giro. No lo veo. La gente me mira a mí, que, llorando, agacho la cabeza y me quiero morir. Sólo pienso en eso. Sé que no va a ser fácil. Que no podré vivir mucho más sin él.. Pero tengo a mi hijo. A nuestro hijo. Fruto de nuestro amor.

Entonces sonrío tristemente y le digo:

- ¿Sabes Dani? Vamos a tener un hijo. Se va a llamar Daniel, cómo tú. Cómo su padre.- Se me empañan los ojos al hablar.- ¿Y sabes otra cosa?- Una lágrima sale de mis ojos.- Que te quiere muchísimo y te echa mucho de menos...






Sin ti no soy nada...♥

Quién sabe lo que me deparará la vida ahora. Quién sabe cuál será mi destino después de todo esto. ¿Qué haré a partir de ahora? ¿Cómo podré seguir viviendo?

Apoyo los codos en las rodillas, pensativa, cansada, exhausta, mientras oigo el sonido de las sirenas de las ambulancias de fondo. Estoy sentada en una sala de espera, mientras mi vida se va desquebrajando poco a poco.

El llanto me puede, las lágrimas no cesan. Esto no puede estar pasando. Me froto los ojos y suavemente acaricio mi brazo dolorido. Me duele, ya no sangra, pero me duele. Me ajusto bien las vendas y de nuevo una riada de lágrimas fluyen por mi rostro sin ninguna intención de parar.

Escucho el ruido de las camillas al pasar, del ajetreo diario de un hospital. A veces se oyen venir personas, familiares de heridos, con alguna sonrisa improvisada, fruto de la esperanza, pocos tienen suerte al final.

Pero a mí esto no me afecta, esa no es la causa de mi llanto. Mi corazón ya no late por el mundo, ni siquiera late por mí. Ya sólo late por él, por esa pequeña llama de esperanza que tengo de que él se recupere. Y sólo de pensar que un soplo de aire frío, moribundo, pueda hacer que esa llama se apague, hace que mi mundo se caiga más y más hasta que se me acaben las fuerzas.

Los recuerdos de horas antes pasan borrosos por mi mente. Ni siquiera me opongo a desvanecerlos, me hacen daño.

Nada de esto tenía que pasar. Nosotros sólo nos íbamos de vacaciones, de fin de semana. Íbamos a disfrutar de Mollet, yo le enseñaría mi pueblo, mi gente, mi familia, mis padres. Él por fin los conocería. Todo iba a ser perfecto, fragmentos sacados de una bonita historia de amor. Nos íbamos a casar, él me iba a pedir matrimonio por segunda vez. Lo preferimos así, en mi tierra. Una velada romántica convertida en una pesadilla. Y todo por mi culpa. Él conducía mientras hablábamos de los muchos planes para este romántico fin de semana. Cada uno, terminamos la narración con un te quiero y me sonrió de esa manera tan única que tiene él de sonreír. Me ganó, me conquistó y quise darle un beso para recompensárselo. Ese beso fue maravilloso, el mejor sin duda. Sentí tanto... Fue suave y tierno a la vez, estaba lleno de amor y de respeto, de un para siempre prometido, del futuro que ambos formaríamos juntos, de nuestra boda, de esa promesa que nos uniría hasta la eternidad, y de ese hijo que crecía en mi interior, fruto de nuestro amor el día de nuestro aniversario. Él aún no sabía nada, se lo diría por la noche, al llegar a Mollet. Lo malo de todo eso es que nada de esto pasaría al final, todo se rompería fruto a ese beso. Aquel beso con sabor a adiós. Lo último que recuerdo es la sirena de un coche y seguido de eso un fuerte golpe en nuestros cuerpos. Un dolor agudo me recorría todo el cuerpo, pero mi brazo agonizaba. Cuando al fin pude abrir los ojos, el olor a humo me inundaba los pulmones y pude observar el rostro de Dani sangrando. Estaba inconsciente y no respondía a mis gritos desesperados. Yo lloraba desesperada y comencé a pedir ayuda. Él entreabrió un poco los ojos y me miró. Yo pronuncié su nombre temblando y acaricié su rostro. Aparté el rastro de sangre que se abría paso en su frente. Él me sonrío débilmente y pronunció sus últimas palabras hacia a mí.

- Annita, te quiero...- Hubo unos segundos en los que los dos nos miramos emocionados. Sabíamos que este podría ser nuestro último adiós.

Yo le regalé otro te quiero y él sonrió casi cómo lo hacía siempre. Como si quisiera que la última imagen que me llevara de él fuera esa. Pero su sonrisa no tardó en apagarse, cerró sus ojos, sin apartar su mirada de mí, y suspiró una última vez. Su cuerpo fue perdiendo fuerzas hasta quedar completamente inmóvil. Su vida se acababa y yo lloraba por él. De repente una punzada tremenda de dolor me recorrió todo el cuerpo y mis fuerzas por resistir se iban agotando.

Mis ganas por seguir viviendo emanaban de él, sentía su protección.

Poco a poco mis ojos se cerraron y para cuando se volvieron a abrir me encontraba en una cama de un hospital, pero Dani no estaba allí conmigo, y me daba miedo pensar dónde podría estar.