La noche se nos echa encima. Las nubes con ella. Empiezan a cubrir el cielo como quien cubre a un niño con una manta, pero aquí el frío no se tapa. Comienzan a caer alas primeras gotas sobre la luna del coche y me veo obligado a encender el limpia-parabrisas que se mueve de un lado a otro, nervioso, dejándome ver por dónde paso. Las gotas absorben la luz de la calle y toman cada una un color diferente a medida que voy avanzando.
Miro hacia atrás, bajo la tenue luz que ilumina la farola y la melodía de la Ser que suena en la radio de fondo y les veo completamente dormidos y sin sentido. En antídoto ha hecho efecto. Sonrío satisfecho y vuelvo mi mirada hacia adelante, hacia la carretera. Cruzo la curva al ritmo de la música, y me dirigo al portal del polígono abandonado a donde me dirijo. Cuando llego, aparco, apago el motor, las luces, todo. Pero me quedo un rato más apoyado en mi asiento. ¿Y ahora qué? ¿Me estará esperando? Parece que mi respuesta se responde sola cuando, a los pocos segundos, dan varios toques a mi ventanilla. La bajo con la manivela suavemente. Le miro. Es él, está empapado.
- Si que has tardado...
- Cuando han acabado ellos, no podía hacer otra cosa.
- Bueno y ¿a qué esperas?
- ¿No pensarás que los voy a sacar yo solo?
- De acuerdo, de acuerdo, ya te ayudo. Pero sal ya del maldito taxi.- Y es lo que hago.
Me bajo y enseguida me cala el agua por todo el cuerpo.
- Mierda, no traje paraguas...
- Da igual, va a ser sólo un segundo.- Abre la puerta trasera derecha.- Vamos tío, no puedo cogerle yo solo...
- ¿Y si empezamos por la rubia?- Pregunto.
- Sí, lo veo más fácil.
Sacamos primero al chico, yo de las manos y él de los pies y lo dejamos dentro, empapado, tumbado en el suelo algo embarrado por los surcos de nuestras botas.
- Venga ahora a por la chica.- Le sigo y hacemos lo mismo.
- La verdad que a ésta no la torturaba yo tanto...
- Ja, ja, ja... Tú cómo no. Yo la ataría, pero a la cama.
- Después te quejas.- Reímos y la dejamos también en el suelo.
Con el otro, lo mismo, pero con más trabajo.
Cuando ya hemos entrado fuera del diluvio que está cayendo en este momento, decidimos atarles a cada uno en un extremo, alejados.
- Tendrás que dejar el taxi dentro. No podemos dejar más pruebas de esto.
- ¿Y dónde lo meto? No hay sitio aquí dentro...
- Donde sea, pero lo quiero fuera de peligro.
------------------------------------------
Me despierto en un lugar frío y húmedo. No soy capaz de abrir los ojos, me pesan los párpados junto con todo el cuerpo, pero logro escuchar de fondo la lluvia cayendo sobre un tejado metálico. No sé dónde estoy, ni por qué. Sólo recuerdo lo último antes de quedarme dormido. Esa voz, su voz, la de aquel taxista que estaba loco. ¿Qué pretende? ¿Qué nos ha hecho? ¿Dónde estamos? Dios... necesito abrir los ojos...
Me siento mojado, empapado de arriba a abajo. Tengo frío, parece que estoy temblando. ¿Qué se supone que hemos hecho para estar aquí? ¿Por qué nos sucede esto?
Cuando me doy cuenta, en un suspiro, consigo mover los dedos bajo un impulso nervioso. Parpadeo varias veces hasta que mi vista se adapta a la poca luz que hay aquí. ¿Qué es esto? El suelo está embarrado, lleno de agua. Estoy helado de frío... "Venga Flo, tú puedes"- me repito. Pero... ¿QUÉ MIERDA ES ÉSTA? ¡NO PUEDO MOVERME!
Miro a un lado y hacia otro, con cuidado, me duele el cuello. Veo que me han atado a lo que parece ser una columna que sujeta todo esto.
- ¡Mmmffg!- Intento pedir ayuda, gritar pero no puedo hablar tampoco. ¿Qué me han puesto en la boca? Parece cinta. Uff... esto es un infierno.
Miro a mi alrededor y consigo ver a Anna y a Dani en los otros extremos. Estamos bastante separados unos de otros.
Nos rodean paredes de uralita blancas, heladas por el frío de fuera.
Este lugar me da mal rollo. Es oscuro, vacío y quién sabe lo que nos quiere hacer ese loco...
- Vaya.- Escucho a mi espalda.- Veo que ya has despertado.
Es él. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo de arriba a abajo. No sé qué hacer o decir. Siento una impotencia horrible. Quiero salir de aquí. Quiero sacar de aquí a mis niños. Ellos no tienen la culpa de todo esto.
- Ya os tengo... Ahora sí, pagaréis por todo lo que habéis hecho.
- ¡Mgffk!- Me revuelvo con todas mis fuerzas intentando salir de aquí y acabar con este hombre, pero me es imposible. Veo cómo él se ríe de mí.
No sé a qué se refiere ni qué pretende hacer con nosotros. ¿Qué hemos hecho? Nunca hemos querido causar ningún daño a la gente...
Me siento impotente, lleno de rabia. Quiero explotar. Salir aquí. Echarme a llorar, pero no le daré ese gusto a este imbécil.
Se me queda mirando fijamente a los ojos y sonriendo unos segundos más y se va por donde vino, lentamente, mientras va murmurando algo.
- Acabaré contigo igual que tú acabaste con mi felicidad.
------------------------------------------
Voy abriendo los ojos poco a poco. Me pesa el cuerpo, estoy muy cansada... No tengo fuerzas para nada y me duele la cabeza muchísimo. Es como un tintineo constante. No sé que pasa, ni dónde estoy. Este lugar no me suena. ¿Quién ha apagado las luces? ¿Está lloviendo? Escucho el chasquido de las gotas al caer en el tejado. ¿Qué es este sitio?
- ¡Mgffgf! ¡Mffgd!- Oigo ruidos al fondo de todo esto.
Cuando mi vista logra adaptarse del todo, consigo reconocer la silueta dibujada bajo las sombras, es Flo.
Me llama a gritos desesperados, pero no puede hablar, no sé por qué. Tiene los ojos encharcados en lágrimas y el rostro apagado, vacío, triste, adornado con varias ojeras signo de no haber dormido o de la desesperación de todo esto.
Quiero responderle, pero ni puedo moverme ni soy capaz de contestarle. Estoy atada, literalmente.
No entiendo nada, ¿qué esta pasando? ¿Qué hacemos en un sitio como este?
Giro un poco el cuello, dolorida, y observo todo lo que nos rodea.
Miro un poco más a mi derecha y me quedo helada. Dani está atado de pies y manos, y tiene tapada la boda con cinta aislante. Ahora entiendo por qué no puedo moverme yo...
Le grito con todas mis fuerzas pero todo se ahoga en un suave suspiro. No soy capaz de nada, tan sólo de removerme en un suelo húmedo y lleno de barro, desesperada, gritando al hombre que amo que hace caso omiso a mis llamadas desesperadas. Parece dormido, o al menos eso es lo que prefiero pensar ahora mismo.
Miro a Flo con lágrimas en los ojos y mucho miedo. En ese momento se para el tiempo para ambos. Nos miramos directamente a los ojos, como hace ya mucho mucho tiempo, y nos decimos todo con una sola mirada que habla más que mil palabras rotas.
------------------------------------------
- ¿Qué harás con ellos?
- No lo sé, pero acabaré con los tres. Eso lo tengo claro.- Miro distante a mi amigo.
Él suelta la taza de café sobre la mesa. Me mira seriamente.
- La prensa acabará enterándose.
- ¿Y qué quieres que hagamos?- Le suelto desesperado.- Esto fue idea de ambos. ¿Acaso no quieres que se haga justicia?- Le miro fijamente, pero él no lo hace.- ¿Qué pasa, ahora te rajas?- No responde.- No me lo puedo creer. ¡No me lo puedo creer! ¡Te estás rindiendo!
- Tío, es que... Yo no puedo con esto.
- ¿Me vas a dejar sólo con todo esto? Tan sólo llevas 24 horas y ¿ya abandonas?
- No... Yo...
- No tú ni nada joder. Me dejas tirado otra puta vez. No me lo puedo creer.
- Esto ha llegado demasiado lejos. ¿No lo ves?
- Pues aún no ha empezado.- Respondo cortante.
- ¿Qué piensas hacerles?
- De todo.- Nos quedamos en silencio.
- ¿De verdad... te merece la pena esto?
- Sí.
- ¿Estás seguro?
- Más que en toda mi vida.
- Entonces... Lo siento, yo abandono. No pienso ser miembro de un asesinato.
- Eres un puto cobarde.
- Lo que quieras, pero te quedas sólo.
- ¡Véte de aquí!- Le ordeno a gritos a punto de estallar.- ¡Véte y no vuelvas! ¡Traidor! ¡Nadie te ordenó que vinieras!- Me levanto enfurecido, con la pistola en la mano y me acerco amenazante hacia él, empotrándolo contra la pared.
- Te vas a quedar sólo si sigues con esto...- Dice atemorizado. Puedo percibir el miedo clavado en su pulila.
- Mejor sólo que mal acompañado. No pienso que nadie más me arrebate lo que es mío.
- Tss...- Oigo un suspiro de sus labios. Lo suelto y me aparto con desdén.
- Ni una palabra a la policía o iré a por ti como fui a por ellos.
- No te reconozco...
- ¿Cómo dices?- Digo desafiante.
- ... Que permaneceré callado.
- Así me gusta. Y ahora, ¡largo de aquí!
Le echo de mi despacho casi a patadas y cuando hemos llegado a la gran sala, ante la mirada de los secuestrados, le echo de allí y cierro la puerta de un portazo que hace que resuene, bajo la tormenta, todo el polígono.
Miro hacia atrás, bajo la tenue luz que ilumina la farola y la melodía de la Ser que suena en la radio de fondo y les veo completamente dormidos y sin sentido. En antídoto ha hecho efecto. Sonrío satisfecho y vuelvo mi mirada hacia adelante, hacia la carretera. Cruzo la curva al ritmo de la música, y me dirigo al portal del polígono abandonado a donde me dirijo. Cuando llego, aparco, apago el motor, las luces, todo. Pero me quedo un rato más apoyado en mi asiento. ¿Y ahora qué? ¿Me estará esperando? Parece que mi respuesta se responde sola cuando, a los pocos segundos, dan varios toques a mi ventanilla. La bajo con la manivela suavemente. Le miro. Es él, está empapado.
- Si que has tardado...
- Cuando han acabado ellos, no podía hacer otra cosa.
- Bueno y ¿a qué esperas?
- ¿No pensarás que los voy a sacar yo solo?
- De acuerdo, de acuerdo, ya te ayudo. Pero sal ya del maldito taxi.- Y es lo que hago.
Me bajo y enseguida me cala el agua por todo el cuerpo.
- Mierda, no traje paraguas...
- Da igual, va a ser sólo un segundo.- Abre la puerta trasera derecha.- Vamos tío, no puedo cogerle yo solo...
- ¿Y si empezamos por la rubia?- Pregunto.
- Sí, lo veo más fácil.
Sacamos primero al chico, yo de las manos y él de los pies y lo dejamos dentro, empapado, tumbado en el suelo algo embarrado por los surcos de nuestras botas.
- Venga ahora a por la chica.- Le sigo y hacemos lo mismo.
- La verdad que a ésta no la torturaba yo tanto...
- Ja, ja, ja... Tú cómo no. Yo la ataría, pero a la cama.
- Después te quejas.- Reímos y la dejamos también en el suelo.
Con el otro, lo mismo, pero con más trabajo.
Cuando ya hemos entrado fuera del diluvio que está cayendo en este momento, decidimos atarles a cada uno en un extremo, alejados.
- Tendrás que dejar el taxi dentro. No podemos dejar más pruebas de esto.
- ¿Y dónde lo meto? No hay sitio aquí dentro...
- Donde sea, pero lo quiero fuera de peligro.
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Me despierto en un lugar frío y húmedo. No soy capaz de abrir los ojos, me pesan los párpados junto con todo el cuerpo, pero logro escuchar de fondo la lluvia cayendo sobre un tejado metálico. No sé dónde estoy, ni por qué. Sólo recuerdo lo último antes de quedarme dormido. Esa voz, su voz, la de aquel taxista que estaba loco. ¿Qué pretende? ¿Qué nos ha hecho? ¿Dónde estamos? Dios... necesito abrir los ojos...
Me siento mojado, empapado de arriba a abajo. Tengo frío, parece que estoy temblando. ¿Qué se supone que hemos hecho para estar aquí? ¿Por qué nos sucede esto?
Cuando me doy cuenta, en un suspiro, consigo mover los dedos bajo un impulso nervioso. Parpadeo varias veces hasta que mi vista se adapta a la poca luz que hay aquí. ¿Qué es esto? El suelo está embarrado, lleno de agua. Estoy helado de frío... "Venga Flo, tú puedes"- me repito. Pero... ¿QUÉ MIERDA ES ÉSTA? ¡NO PUEDO MOVERME!
Miro a un lado y hacia otro, con cuidado, me duele el cuello. Veo que me han atado a lo que parece ser una columna que sujeta todo esto.
- ¡Mmmffg!- Intento pedir ayuda, gritar pero no puedo hablar tampoco. ¿Qué me han puesto en la boca? Parece cinta. Uff... esto es un infierno.
Miro a mi alrededor y consigo ver a Anna y a Dani en los otros extremos. Estamos bastante separados unos de otros.
Nos rodean paredes de uralita blancas, heladas por el frío de fuera.
Este lugar me da mal rollo. Es oscuro, vacío y quién sabe lo que nos quiere hacer ese loco...
- Vaya.- Escucho a mi espalda.- Veo que ya has despertado.
Es él. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo de arriba a abajo. No sé qué hacer o decir. Siento una impotencia horrible. Quiero salir de aquí. Quiero sacar de aquí a mis niños. Ellos no tienen la culpa de todo esto.
- Ya os tengo... Ahora sí, pagaréis por todo lo que habéis hecho.
- ¡Mgffk!- Me revuelvo con todas mis fuerzas intentando salir de aquí y acabar con este hombre, pero me es imposible. Veo cómo él se ríe de mí.
No sé a qué se refiere ni qué pretende hacer con nosotros. ¿Qué hemos hecho? Nunca hemos querido causar ningún daño a la gente...
Me siento impotente, lleno de rabia. Quiero explotar. Salir aquí. Echarme a llorar, pero no le daré ese gusto a este imbécil.
Se me queda mirando fijamente a los ojos y sonriendo unos segundos más y se va por donde vino, lentamente, mientras va murmurando algo.
- Acabaré contigo igual que tú acabaste con mi felicidad.
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Voy abriendo los ojos poco a poco. Me pesa el cuerpo, estoy muy cansada... No tengo fuerzas para nada y me duele la cabeza muchísimo. Es como un tintineo constante. No sé que pasa, ni dónde estoy. Este lugar no me suena. ¿Quién ha apagado las luces? ¿Está lloviendo? Escucho el chasquido de las gotas al caer en el tejado. ¿Qué es este sitio?
- ¡Mgffgf! ¡Mffgd!- Oigo ruidos al fondo de todo esto.
Cuando mi vista logra adaptarse del todo, consigo reconocer la silueta dibujada bajo las sombras, es Flo.
Me llama a gritos desesperados, pero no puede hablar, no sé por qué. Tiene los ojos encharcados en lágrimas y el rostro apagado, vacío, triste, adornado con varias ojeras signo de no haber dormido o de la desesperación de todo esto.
Quiero responderle, pero ni puedo moverme ni soy capaz de contestarle. Estoy atada, literalmente.
No entiendo nada, ¿qué esta pasando? ¿Qué hacemos en un sitio como este?
Giro un poco el cuello, dolorida, y observo todo lo que nos rodea.
Miro un poco más a mi derecha y me quedo helada. Dani está atado de pies y manos, y tiene tapada la boda con cinta aislante. Ahora entiendo por qué no puedo moverme yo...
Le grito con todas mis fuerzas pero todo se ahoga en un suave suspiro. No soy capaz de nada, tan sólo de removerme en un suelo húmedo y lleno de barro, desesperada, gritando al hombre que amo que hace caso omiso a mis llamadas desesperadas. Parece dormido, o al menos eso es lo que prefiero pensar ahora mismo.
Miro a Flo con lágrimas en los ojos y mucho miedo. En ese momento se para el tiempo para ambos. Nos miramos directamente a los ojos, como hace ya mucho mucho tiempo, y nos decimos todo con una sola mirada que habla más que mil palabras rotas.
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- ¿Qué harás con ellos?
- No lo sé, pero acabaré con los tres. Eso lo tengo claro.- Miro distante a mi amigo.
Él suelta la taza de café sobre la mesa. Me mira seriamente.
- La prensa acabará enterándose.
- ¿Y qué quieres que hagamos?- Le suelto desesperado.- Esto fue idea de ambos. ¿Acaso no quieres que se haga justicia?- Le miro fijamente, pero él no lo hace.- ¿Qué pasa, ahora te rajas?- No responde.- No me lo puedo creer. ¡No me lo puedo creer! ¡Te estás rindiendo!
- Tío, es que... Yo no puedo con esto.
- ¿Me vas a dejar sólo con todo esto? Tan sólo llevas 24 horas y ¿ya abandonas?
- No... Yo...
- No tú ni nada joder. Me dejas tirado otra puta vez. No me lo puedo creer.
- Esto ha llegado demasiado lejos. ¿No lo ves?
- Pues aún no ha empezado.- Respondo cortante.
- ¿Qué piensas hacerles?
- De todo.- Nos quedamos en silencio.
- ¿De verdad... te merece la pena esto?
- Sí.
- ¿Estás seguro?
- Más que en toda mi vida.
- Entonces... Lo siento, yo abandono. No pienso ser miembro de un asesinato.
- Eres un puto cobarde.
- Lo que quieras, pero te quedas sólo.
- ¡Véte de aquí!- Le ordeno a gritos a punto de estallar.- ¡Véte y no vuelvas! ¡Traidor! ¡Nadie te ordenó que vinieras!- Me levanto enfurecido, con la pistola en la mano y me acerco amenazante hacia él, empotrándolo contra la pared.
- Te vas a quedar sólo si sigues con esto...- Dice atemorizado. Puedo percibir el miedo clavado en su pulila.
- Mejor sólo que mal acompañado. No pienso que nadie más me arrebate lo que es mío.
- Tss...- Oigo un suspiro de sus labios. Lo suelto y me aparto con desdén.
- Ni una palabra a la policía o iré a por ti como fui a por ellos.
- No te reconozco...
- ¿Cómo dices?- Digo desafiante.
- ... Que permaneceré callado.
- Así me gusta. Y ahora, ¡largo de aquí!
Le echo de mi despacho casi a patadas y cuando hemos llegado a la gran sala, ante la mirada de los secuestrados, le echo de allí y cierro la puerta de un portazo que hace que resuene, bajo la tormenta, todo el polígono.
Precioso...precioso ...y mil veces precioso....hay que ver como escribes cariño....♡♡♡♡
ResponderEliminarMi niña muchas gracias!!!!!!!
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