"Aquel día, llegaste a casa de madrugada después de estar las veinticuatro horas sin dar señales de vida. No cogías el móvil ni respondías a los WhatsApp. Eran las dos cuando, desesperada encendí la lamparita de mi mesilla de noche para mandarte otro sms de tantos que iban ya esa noche. Te habías ido de reunión, supongo que a tomar algo, y ya sólo quedaba de ti, tu huella en el colchón de nuestra cama.
A decir verdad, no sabría decir cómo me encontraba esa noche. Asustada, preocupada, pero sobretodo muy decepcionada y un poco enfadada.
No sabía qué era de ti. Ya llevabas unos cuántos días así y mi cabeza no dejaba de dar vueltas y más vueltas pensando en qué hacer y centrarse.
Las dos y media, tocaba el reloj, cuando por fin escuché la puerta abrirse. Las llaves se golpeaban unas con otras haciendo que tu intento por pasar desapercibido fuera imposible.
Escuché tus pasos uniformes y desequilibrados. Una vez más venías borracho.
No sabía si estaba enfadada o realmente me alegraba saber de ti después de un día sin noticias de mi marido.
Decidí hacerme la dormida, no tenía ganas ni fuerzas para discutir una vez más, de tantas, en esta semana.
Escuché la puerta de nuestra habitación abrirse, y tú titubeabas algo, no llegué a entender lo que decías.
Pensaba que al llegar y verme al menos dirías algo, una disculpa. Pero lo que recibí fue tu espalda de lado en el colchón antes de arrebatarme media almohada.
Suspiré.
Esto empezaba a hartarme. ¿Dónde habían quedado esos días en los que me comías con la mirada? ¿Dónde estaban aquellas noches que pintabas las estrellas para adornar nuestra lámpara? Ya no teníamos esa luz. Ya no teníamos nada.
¿Acaso se había acabado la magia?
La pasión se nos esfumó de los dedos mientras yo intentaba arrancarla para quedarme con los pedazos que tú dejabas tras un rastro de Ron y Vodka de tus noches locas.
La noche nos arropaba. Aún no parecías dormido. Mis ojos estaban entreabiertos observando tu columna vertebral. Los cerré un segundo, aunque no fue suficiente para olvidar lo sucedido. Los abrí de nuevo, no me acostumbraba a esto.
- Princesa.- Murmuraste y te giraste hacia mí mirándome a los ojos. Yo seguía haciéndome la dormida.- ¿Te apetece pasarlo bien?- Abrí los ojos rápidamente y el rubor que subía por mis mejillas también venía hacia mi mente.
Aquello parecía que no acabaría nunca. Me enfadé y le miré fugazmente. Él seguía con su sonrisa de oreja a oreja, algo nublada por el alcohol.
- Daniel.- Borré su sonrisa de un plumazo.- Tenemos que hablar."
------------------------------------------
- Soy un completo idiota. SOY UN MISERABLE, DIOS.- Su ira e impotencia se dejan notar por el pasillo de aquel hospital.
Los médicos acababan de entrar en mi habitación y le pidieron que saliera fuera a serenarse un poco.
No podía verle, tan sólo oía de pasadas algunas palabras sueltas que mi cerebro conseguía captar.
Hace poco que he escuchado una puerta cerrarse. Oigo murmullos pasar por mi lado sin apenas dejarse notar.
Noto como me cogen de la muñeca, delicadamente, e intentan tomar mi débil pulso mientras otros me examinan la cabeza y demás observando las máquinas que debe haber a mi alrededor.
- Algo no va bien.- Logro escuchar.- Ya debería haber despertado.
Muchos murmullos más pasan por mi mente. Empiezo a encontrarme mal. Otra vez todo se vuelve disperso. No puedo aguantar más...
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Llevo un rato mirándola y su rostro no ha tenido ni el más mínimo rastro de querer despertar.
Empiezo a desesperarme. Han pasado ya tres horas y se suponía que despertaría enseguida. Llevan toda la noche diciéndome lo mismo cada cinco minutos.
- Cariño, por favor... Despierta...- No soy capaz de decirle nada más sin echarme a llorar.
He sido un imbécil estos días.
La he dejado sola por unas estúpidas copas. No sé qué me ha pasado.
Llevo unas semanas que no puedo con mi alma. El proyecto que tenía de renovar en Aída se ha esfumado por la crisis y me he quedado en la calle como el resto de actores de la serie.
Aún no se lo he dicho a nadie. Llevo dos semanas fingiendo ir a reuniones de trabajo para ir a borrar mis penas en alcohol. Resulta que me ha venido muy bien para olvidar, tanto que me olvidé de ella, de nuestra vida, incluso de mí.
Quité importancia a lo imprescindible que es ella y por mi culpa quizás estemos aquí y así.
Los médicos dicen que no es grave, que no me preocupe. Tan sólo una contusión en el costado y un golpe en la cabeza debido al desmayo. Fue todo un ataque de ansiedad. "Tan sólo" dicen, y para mí mi vida se va en esto.
Me estoy consumiendo en esta habitación sin salida.
- La única que tiene es que despiertes mi amor.- Digo en voz alta.
No sé si me escucha, no lo creo.
No sé si me siente, ni si cuando despierte quiera perdonarme.
Ni siquiera sé si despertará o me recordará después del golpe.
No tengo nada claro. Lo único que tengo es mucho miedo de perderla.
A decir verdad, no sabría decir cómo me encontraba esa noche. Asustada, preocupada, pero sobretodo muy decepcionada y un poco enfadada.
No sabía qué era de ti. Ya llevabas unos cuántos días así y mi cabeza no dejaba de dar vueltas y más vueltas pensando en qué hacer y centrarse.
Las dos y media, tocaba el reloj, cuando por fin escuché la puerta abrirse. Las llaves se golpeaban unas con otras haciendo que tu intento por pasar desapercibido fuera imposible.
Escuché tus pasos uniformes y desequilibrados. Una vez más venías borracho.
No sabía si estaba enfadada o realmente me alegraba saber de ti después de un día sin noticias de mi marido.
Decidí hacerme la dormida, no tenía ganas ni fuerzas para discutir una vez más, de tantas, en esta semana.
Escuché la puerta de nuestra habitación abrirse, y tú titubeabas algo, no llegué a entender lo que decías.
Pensaba que al llegar y verme al menos dirías algo, una disculpa. Pero lo que recibí fue tu espalda de lado en el colchón antes de arrebatarme media almohada.
Suspiré.
Esto empezaba a hartarme. ¿Dónde habían quedado esos días en los que me comías con la mirada? ¿Dónde estaban aquellas noches que pintabas las estrellas para adornar nuestra lámpara? Ya no teníamos esa luz. Ya no teníamos nada.
¿Acaso se había acabado la magia?
La pasión se nos esfumó de los dedos mientras yo intentaba arrancarla para quedarme con los pedazos que tú dejabas tras un rastro de Ron y Vodka de tus noches locas.
La noche nos arropaba. Aún no parecías dormido. Mis ojos estaban entreabiertos observando tu columna vertebral. Los cerré un segundo, aunque no fue suficiente para olvidar lo sucedido. Los abrí de nuevo, no me acostumbraba a esto.
- Princesa.- Murmuraste y te giraste hacia mí mirándome a los ojos. Yo seguía haciéndome la dormida.- ¿Te apetece pasarlo bien?- Abrí los ojos rápidamente y el rubor que subía por mis mejillas también venía hacia mi mente.
Aquello parecía que no acabaría nunca. Me enfadé y le miré fugazmente. Él seguía con su sonrisa de oreja a oreja, algo nublada por el alcohol.
- Daniel.- Borré su sonrisa de un plumazo.- Tenemos que hablar."
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- Soy un completo idiota. SOY UN MISERABLE, DIOS.- Su ira e impotencia se dejan notar por el pasillo de aquel hospital.
Los médicos acababan de entrar en mi habitación y le pidieron que saliera fuera a serenarse un poco.
No podía verle, tan sólo oía de pasadas algunas palabras sueltas que mi cerebro conseguía captar.
Hace poco que he escuchado una puerta cerrarse. Oigo murmullos pasar por mi lado sin apenas dejarse notar.
Noto como me cogen de la muñeca, delicadamente, e intentan tomar mi débil pulso mientras otros me examinan la cabeza y demás observando las máquinas que debe haber a mi alrededor.
- Algo no va bien.- Logro escuchar.- Ya debería haber despertado.
Muchos murmullos más pasan por mi mente. Empiezo a encontrarme mal. Otra vez todo se vuelve disperso. No puedo aguantar más...
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Llevo un rato mirándola y su rostro no ha tenido ni el más mínimo rastro de querer despertar.
Empiezo a desesperarme. Han pasado ya tres horas y se suponía que despertaría enseguida. Llevan toda la noche diciéndome lo mismo cada cinco minutos.
- Cariño, por favor... Despierta...- No soy capaz de decirle nada más sin echarme a llorar.
He sido un imbécil estos días.
La he dejado sola por unas estúpidas copas. No sé qué me ha pasado.
Llevo unas semanas que no puedo con mi alma. El proyecto que tenía de renovar en Aída se ha esfumado por la crisis y me he quedado en la calle como el resto de actores de la serie.
Aún no se lo he dicho a nadie. Llevo dos semanas fingiendo ir a reuniones de trabajo para ir a borrar mis penas en alcohol. Resulta que me ha venido muy bien para olvidar, tanto que me olvidé de ella, de nuestra vida, incluso de mí.
Quité importancia a lo imprescindible que es ella y por mi culpa quizás estemos aquí y así.
Los médicos dicen que no es grave, que no me preocupe. Tan sólo una contusión en el costado y un golpe en la cabeza debido al desmayo. Fue todo un ataque de ansiedad. "Tan sólo" dicen, y para mí mi vida se va en esto.
Me estoy consumiendo en esta habitación sin salida.
- La única que tiene es que despiertes mi amor.- Digo en voz alta.
No sé si me escucha, no lo creo.
No sé si me siente, ni si cuando despierte quiera perdonarme.
Ni siquiera sé si despertará o me recordará después del golpe.
No tengo nada claro. Lo único que tengo es mucho miedo de perderla.
Nadre mia! Vaya capítulo!!! Entre triste y frustrante. Dani olvidando en alcohol? Olvidandose de Anna? Pero en el hospotal está demostrando que le importa,que lo es todo para él,que sino despierta nada tiene sentido para él...
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