Estoy en mi coche, saliendo del garaje. Se abre el portón. Doy golpecitos con los dedos sobre el volante mientras espero impaciente a que la puerta se abra del todo, esto parece eterno.
Calle Marathon, cruzando la calle Alcalá. Me dirijo a la casa de Dani.
¿Que cómo estoy? Nerviosa, quizás demasiado. Por mi cabeza pasan miles de dudas, mil por qués, miles de preguntas sin responder, necesito saber qué es lo que le pasa pero me da miedo enfrentarme a ello. Mi tentación de volver atrás, de no ir a ese encuentro es grande, pero se lo he prometido, al fin al cabo así sabré qué le ocurre.
Ya estoy a punto de llegar, mi cabeza sigue saturada de pensamientos cada cual más confuso. Se lían, se confunden, pocos se enlazan al final.
Llego a su puerta, aparco. Respiro hondo. Suspiro. Estoy temblando y no sé por qué. Bueno quizás si lo sepa...
Llamo al timbre y espero. Son pocos segundos los que tarda en abrir, pero muy intensos para mí. Parece que ya me estaba esperando desde hace rato.
- Ho.hola...
- Pasa, te estaba esperando.
Su voz suena dulce y suave. Parece que ya no es el Daniel de ayer, el que me habló tan seco, tan cruel y tan borde. Me lo han cambiado. Su voz ahora suena tranquila, aunque se puede notar que está preocupado por algo. Me inquieta no saber el por qué.
Me indica que pase con el brazo y le obedezco. Los dos pasamos al salón.
- Siéntate, estás... en tu casa.- Y en verdad no me miente, esta era nuestra casa. Vivíamos en la suya hasta que pasó lo que pasó. Decidí volver a la mía por no causar más tensión. Ya había bastante, aunque después de todo, él desapareció durante todo el fin de semana.
Nos sentamos a la vez. Parecemos dos extraños que no se conocen de nada, tan sólo de dos segundos y sin embargo llevamos mucho tiempo juntos. Cada uno está en un extremo del sofá. Ninguno dice nada, permanecemos en silencio por miedo ha quedar mal con alguna de nuestras palabras.
Pasan así unos segundos, quizás minutos, no lo sé. Dios, no puedo con esto. Me froto las manos, nerviosa, y le doy vueltas a mi anillo. No hago nada más que pensar en qué pasa ahora mismo. Mi mente va a una velocidad sobrehumana, intentando enlazar cada uno de mis pensamientos, intentado coger cada uno de los detalles de esta situación, pero no consigue nada más que silencio. Comienzo a cansarme de esto. Le miro de reojo y le veo apoyado sobre sus rodillas, serio, con la mirada pérdida, inmerso en sus pensamientos.
- Dani...- Consigo decir con un hilo de voz. Atraigo su mirada. Sus ojos brillan, demasiado.
- Anna yo...- Veo que una lágrima sale de sus ojos. Yo me acerco más a él y le cojo de la mano. Me duele verle así.- Lo siento de verdad. No mereces que te haya tratado así, después de todo fue culpa mía y la pagaste tú.- Me mira a los ojos, los suyos cada vez brillan más y más.- No sé si me perdonarás o no, pero al menos has venido. Al menos tengo una oportunidad de explicarte todo.
Yo me quedo en silencio, observándole seriamente. Él entorna sus ojos hacia mí y rápidamente vuelve su mirada al suelo.
- Verás yo...
- Desapareciste Dani.- Le digo de golpe.- Desapareciste así de repente, sin dar explicaciones. Tan sólo una portada de una asquerosa revista me daba una pista de lo que te pasaba..- Le miro. Sigue llorando.- Un beso.- Digo, cómo si quisiera que toda la casa se enterase.- Un beso que no fue a parar a mis labios. A los labios de tu chica, de tu novia.- Ahora es él el que me mira arrepentido.- Besaste a Cristina. Y en vez de disculparte ante mí, me insultas, me humillas y despareces durante dos días completos.- El silencio inunda la habitación de nuevo.
- Anna yo...- Pero no le dejo que siga.
- Y después, ni contestas a mis llamadas, ni a mis mensajes. No escribes en twitter, no das señales de vida por ningún sitio. ¿Eres capaz de darte cuenta de cómo me sentía? ¿Del miedo que pasé por ti? ¿De la impotencia que sentí?.- Dejo otro largo silencio de por medio.- Y después de días sin coger el teléfono, por fin, me llamas.- Miro al suelo cabizbaja.- Pero para decirme que me dejas, que ya no sientes lo mismo.- Los dos nos miramos. Pero son miradas distintas, la suya de arrepentimiento y la mía de impotencia.- ¿Daniel, te das cuenta de lo cruel que fuiste?.- Asiente.- Ni siquiera me diste una explicación de qué te pasaba. De un día para otro pasas de amarme hasta cálculos infinitos, a no quererme ni ver. Y todo el mundo tenía un por qué de ello menos yo...
Él permanece cayado durante unos segundos. Nos hemos intercambiado los papeles. Ahora soy la que llora y él el que pretende hablar.
- Anna.- Le miro.- ¿Me dejas que te dé una explicación ahora?- Tras unos segundos pensándomelo asiento y dejo que hable.- Verás.- Comienza.- Hace unos meses, Cristina pilló una depresión tremenda cuando lo dejó con Ángel. Ya sabes que le costaba mucho estar bien, y tan sólo sonreía en plató y porque lo ponía un papel. Estuvo muy sensible y yo intenté reforzar nuestra amistad para que al menos se sintiera acompañada por el equipo. Sabía que ella aún sentía algo por mí desde que lo dejamos hace ya años, pero ahora al fin era feliz con la chica de mis sueños y no iba a dejarla por nadie, porque te había estado deseando desde que empezamos Tonterías y ahora que por fin te tenía para mí, no pretendía separarme de ti por nadie.- Carraspeo la voz en signo de respuesta. Él parece pillarlo, pero sigue.- Bueno, pues estos días, me estuvo pidiendo de quedar algún día para tomar algo, en plan amigos, nada más, para despejarse un poco y olvidarse de su novio.- Se para un segundo, me mira para comprobar que sigo atenta y sigue.- La cosa es que no le podía negar una vuelta, porque estos días estuvo peor y no quería dejar sola a una amiga. Aproveché que tú tenías la sesión de fotos de FHM y la llevé a tomar algo.- Esta parte me duele bastante y aún no hemos llegado a lo peor.- Y no sé cómo pero después de mucha charla, al irnos al coche empezó a tontear conmigo. Yo no sabía si iba en serio o sólo era una broma, pero... iba en serio.- Suspira.- Me besó.- Dice con la voz rota.- Pero sólo fue un segundo, porque me aparté rápidamente. No quería eso, no lo escogí ni lo pretendí. Ella no se opuso y la llevé a su casa. Los dos acordamos no hablar de esto con nadie.- Tiene la mirada perdida.- Pero claso, no contábamos con la prensa.- Ríe irónico.- Anna...- Se fija en mí y ve que estoy llorando. Aunque yo no quiera aparentarlo, me he echado a llorar durante la narración. Me tapo la boca con las manos y ahogo mis lágrimas. Él me pasa el brazo por mi hombro. Al principio pienso en apartarle, pero no sé por qué prefiero tenerle cerca. Pensamientos ambiguos.
- Anna, perdóname...- Me susurra.
Yo sólo me dedico a mirarle a los ojos, a plasmarle el dolor que siento ahora mismo, que vea lo que me ha hecho sufrir. Él suspira y vuelve a su sitio.
- Dani...-Le miro.- No sabes el daño que me hiciste...
- Sí , sí lo sé. Por eso me quiero disculpar.- Me coge de la mano.- Por favor, perdóname cielo. No era yo, no sé lo que me pasaba...
Son las últimas palabras que resuenan en las paredes de la casa. El silencio inunda todo a nuestro alrededor, ninguno vuelve a articular palabra.
Suspiramos, nos miramos, nos abrazamos e incñluso lloramos. Lloramos por este amor roto, porque sabemos que esto no va a volver a ser lo de antes, que los días de ensueño han acabado. Que hemos roto nuestro amor en pedazos y no sabemos cómo unirlos de nuevo. No sé muy bien por qué, peo unimos nuestros labios de nuevo, lo convertimos en un nuevo beso, este más suave y tierno que todos los demás. Este más lleno de pasion, más intenso. Más único.
Es entonces cuando escucho a Dani decir entre lágrimas:
- ¿Este va a ser nuestro último beso?
Y llorando, ante su ojos verdes que me onnuvilan, ante sus labios tentándome. Ante é, ante Daniel Martínez, el chico que me ha hecho feliz durante mucho tiempo; asiento sin más y me aparto.
Calle Marathon, cruzando la calle Alcalá. Me dirijo a la casa de Dani.
¿Que cómo estoy? Nerviosa, quizás demasiado. Por mi cabeza pasan miles de dudas, mil por qués, miles de preguntas sin responder, necesito saber qué es lo que le pasa pero me da miedo enfrentarme a ello. Mi tentación de volver atrás, de no ir a ese encuentro es grande, pero se lo he prometido, al fin al cabo así sabré qué le ocurre.
Ya estoy a punto de llegar, mi cabeza sigue saturada de pensamientos cada cual más confuso. Se lían, se confunden, pocos se enlazan al final.
Llego a su puerta, aparco. Respiro hondo. Suspiro. Estoy temblando y no sé por qué. Bueno quizás si lo sepa...
Llamo al timbre y espero. Son pocos segundos los que tarda en abrir, pero muy intensos para mí. Parece que ya me estaba esperando desde hace rato.
- Ho.hola...
- Pasa, te estaba esperando.
Su voz suena dulce y suave. Parece que ya no es el Daniel de ayer, el que me habló tan seco, tan cruel y tan borde. Me lo han cambiado. Su voz ahora suena tranquila, aunque se puede notar que está preocupado por algo. Me inquieta no saber el por qué.
Me indica que pase con el brazo y le obedezco. Los dos pasamos al salón.
- Siéntate, estás... en tu casa.- Y en verdad no me miente, esta era nuestra casa. Vivíamos en la suya hasta que pasó lo que pasó. Decidí volver a la mía por no causar más tensión. Ya había bastante, aunque después de todo, él desapareció durante todo el fin de semana.
Nos sentamos a la vez. Parecemos dos extraños que no se conocen de nada, tan sólo de dos segundos y sin embargo llevamos mucho tiempo juntos. Cada uno está en un extremo del sofá. Ninguno dice nada, permanecemos en silencio por miedo ha quedar mal con alguna de nuestras palabras.
Pasan así unos segundos, quizás minutos, no lo sé. Dios, no puedo con esto. Me froto las manos, nerviosa, y le doy vueltas a mi anillo. No hago nada más que pensar en qué pasa ahora mismo. Mi mente va a una velocidad sobrehumana, intentando enlazar cada uno de mis pensamientos, intentado coger cada uno de los detalles de esta situación, pero no consigue nada más que silencio. Comienzo a cansarme de esto. Le miro de reojo y le veo apoyado sobre sus rodillas, serio, con la mirada pérdida, inmerso en sus pensamientos.
- Dani...- Consigo decir con un hilo de voz. Atraigo su mirada. Sus ojos brillan, demasiado.
- Anna yo...- Veo que una lágrima sale de sus ojos. Yo me acerco más a él y le cojo de la mano. Me duele verle así.- Lo siento de verdad. No mereces que te haya tratado así, después de todo fue culpa mía y la pagaste tú.- Me mira a los ojos, los suyos cada vez brillan más y más.- No sé si me perdonarás o no, pero al menos has venido. Al menos tengo una oportunidad de explicarte todo.
Yo me quedo en silencio, observándole seriamente. Él entorna sus ojos hacia mí y rápidamente vuelve su mirada al suelo.
- Verás yo...
- Desapareciste Dani.- Le digo de golpe.- Desapareciste así de repente, sin dar explicaciones. Tan sólo una portada de una asquerosa revista me daba una pista de lo que te pasaba..- Le miro. Sigue llorando.- Un beso.- Digo, cómo si quisiera que toda la casa se enterase.- Un beso que no fue a parar a mis labios. A los labios de tu chica, de tu novia.- Ahora es él el que me mira arrepentido.- Besaste a Cristina. Y en vez de disculparte ante mí, me insultas, me humillas y despareces durante dos días completos.- El silencio inunda la habitación de nuevo.
- Anna yo...- Pero no le dejo que siga.
- Y después, ni contestas a mis llamadas, ni a mis mensajes. No escribes en twitter, no das señales de vida por ningún sitio. ¿Eres capaz de darte cuenta de cómo me sentía? ¿Del miedo que pasé por ti? ¿De la impotencia que sentí?.- Dejo otro largo silencio de por medio.- Y después de días sin coger el teléfono, por fin, me llamas.- Miro al suelo cabizbaja.- Pero para decirme que me dejas, que ya no sientes lo mismo.- Los dos nos miramos. Pero son miradas distintas, la suya de arrepentimiento y la mía de impotencia.- ¿Daniel, te das cuenta de lo cruel que fuiste?.- Asiente.- Ni siquiera me diste una explicación de qué te pasaba. De un día para otro pasas de amarme hasta cálculos infinitos, a no quererme ni ver. Y todo el mundo tenía un por qué de ello menos yo...
Él permanece cayado durante unos segundos. Nos hemos intercambiado los papeles. Ahora soy la que llora y él el que pretende hablar.
- Anna.- Le miro.- ¿Me dejas que te dé una explicación ahora?- Tras unos segundos pensándomelo asiento y dejo que hable.- Verás.- Comienza.- Hace unos meses, Cristina pilló una depresión tremenda cuando lo dejó con Ángel. Ya sabes que le costaba mucho estar bien, y tan sólo sonreía en plató y porque lo ponía un papel. Estuvo muy sensible y yo intenté reforzar nuestra amistad para que al menos se sintiera acompañada por el equipo. Sabía que ella aún sentía algo por mí desde que lo dejamos hace ya años, pero ahora al fin era feliz con la chica de mis sueños y no iba a dejarla por nadie, porque te había estado deseando desde que empezamos Tonterías y ahora que por fin te tenía para mí, no pretendía separarme de ti por nadie.- Carraspeo la voz en signo de respuesta. Él parece pillarlo, pero sigue.- Bueno, pues estos días, me estuvo pidiendo de quedar algún día para tomar algo, en plan amigos, nada más, para despejarse un poco y olvidarse de su novio.- Se para un segundo, me mira para comprobar que sigo atenta y sigue.- La cosa es que no le podía negar una vuelta, porque estos días estuvo peor y no quería dejar sola a una amiga. Aproveché que tú tenías la sesión de fotos de FHM y la llevé a tomar algo.- Esta parte me duele bastante y aún no hemos llegado a lo peor.- Y no sé cómo pero después de mucha charla, al irnos al coche empezó a tontear conmigo. Yo no sabía si iba en serio o sólo era una broma, pero... iba en serio.- Suspira.- Me besó.- Dice con la voz rota.- Pero sólo fue un segundo, porque me aparté rápidamente. No quería eso, no lo escogí ni lo pretendí. Ella no se opuso y la llevé a su casa. Los dos acordamos no hablar de esto con nadie.- Tiene la mirada perdida.- Pero claso, no contábamos con la prensa.- Ríe irónico.- Anna...- Se fija en mí y ve que estoy llorando. Aunque yo no quiera aparentarlo, me he echado a llorar durante la narración. Me tapo la boca con las manos y ahogo mis lágrimas. Él me pasa el brazo por mi hombro. Al principio pienso en apartarle, pero no sé por qué prefiero tenerle cerca. Pensamientos ambiguos.
- Anna, perdóname...- Me susurra.
Yo sólo me dedico a mirarle a los ojos, a plasmarle el dolor que siento ahora mismo, que vea lo que me ha hecho sufrir. Él suspira y vuelve a su sitio.
- Dani...-Le miro.- No sabes el daño que me hiciste...
- Sí , sí lo sé. Por eso me quiero disculpar.- Me coge de la mano.- Por favor, perdóname cielo. No era yo, no sé lo que me pasaba...
Son las últimas palabras que resuenan en las paredes de la casa. El silencio inunda todo a nuestro alrededor, ninguno vuelve a articular palabra.
Suspiramos, nos miramos, nos abrazamos e incñluso lloramos. Lloramos por este amor roto, porque sabemos que esto no va a volver a ser lo de antes, que los días de ensueño han acabado. Que hemos roto nuestro amor en pedazos y no sabemos cómo unirlos de nuevo. No sé muy bien por qué, peo unimos nuestros labios de nuevo, lo convertimos en un nuevo beso, este más suave y tierno que todos los demás. Este más lleno de pasion, más intenso. Más único.
Es entonces cuando escucho a Dani decir entre lágrimas:
- ¿Este va a ser nuestro último beso?
Y llorando, ante su ojos verdes que me onnuvilan, ante sus labios tentándome. Ante é, ante Daniel Martínez, el chico que me ha hecho feliz durante mucho tiempo; asiento sin más y me aparto.






